Soviet

Los bolcheviques obtienen mayoría en el soviet de Petrogrado

Los bolcheviques comienzan a conquistar mayoría en diversos Soviet, incluidos los de Moscú y Petrogrado.

El 15 de septiembre, en la reunión común de los órganos soviéticos rusos en Finlandia, fue adoptada una resolución en favor de la entrega del poder a los soviets, por 700 votos contra 13 y 36 abstenciones.
El 18, el Soviet de Moscú siguió el mismo camino que el de Petrogrado: por 355 votos contra 254 no sólo expresó su desconfianza al gobierno provisional como instrumento de la contrarrevolución, sino que condenó la política de coalición del Comité ejecutivo. Ese día también comenzó el Congreso de los soviets de Siberia central, el bolchevismo.
El 21 por 130 votos contra 66, el Soviet de diputados obreros de Kiev adoptó la resolución bolchevique, a pesar de que dicha fracción contaba sólo con 95 miembros.

El predominio del Partido bolchevique en el Soviet de Petrogrado se consolidó en la histórica sesión del 22 de septiembre. Todas las fracciones invitaban insistentemente a sus miembros a asistir a dicha sesión, diciéndoles: "Está en juego el porvenir entero del Soviet." Se reunieron cerca de mil diputados obreros y soldados.

Temiendo no obtener mayoría contra la Mesa, de la que formaban parte todos los caudillos conciliadores: Cheidse, Tsereteli, Chernov, Gotz, Dan, Skobelev, la fracción bolchevista propuso elegir una Mesa sobre la base proporcional.

El proyecto de resolución propuesto por la derecha decía que la votación del 1 de septiembre no correspondía a la orientación política del Soviet, el cual seguía teniendo confianza en su Mesa. A los bolcheviques no les quedaba más recurso que aceptar el reto, y así lo hicieron sin vacilar.

Trotsky, que aparecía por primera vez en el Soviet después de su liberación de la cárcel y que fue acogido calurosamente por una considerable parte de la Asamblea (los dos bandos pesaron mentalmente los aplausos: ¿Mayoría o minoría?), pidió antes de la votación una aclaración: ¿Sigue formando parte de la Mesa Kerenski? La Mesa, suficientemente agobiada ya de pecados, al dar una respuesta afirmativa, tras un minuto de vacilación, se ató ella misma una pesada cadena a los pies. Era lo único que necesitaba el adversario. "Teníamos el profundo convencimiento -declaró Trotsky- de que Kerenski no podía formar parte de la Mesa. Estábamos en un error. Ahora, entre Dan y Cheidse, está sentado el espectro de Kerenski... Cuando se os proponga aprobar la orientación política de la Mesa, no olvidéis que con ello se os propone que aprobéis la política de Kerenski." La sesión transcurrió en medio de una tensión extrema. Lo único que mantenía el orden era el deseo que animaba a todos y a cada uno de no llevar las cosas hasta la explosión. Todos querían llevar a cabo, cuanto antes, un recuento de los amigos y de los adversarios. Todos se daban cuenta de que iba a resolverse la cuestión del poder, de la guerra, la suerte de la revolución. Se pasó a votar saliendo por la puerta. Se propuso que salieran los que aceptaran la dimisión de la Mesa: a la minoría le sería más fácil salir que a la mayoría. En toda la sala se produjo una apasionada agitación, pero a media voz. ¿La antigua Mesa o la nueva? ¿La coalición o el régimen soviético? Se dirigió a la puerta mucha gente, más de la que debía salir, a juicio de la Mesa. Los jefes bolcheviques consideraban, por su parte, que iba a faltarles cerca de un centenar de votos para obtener la mayoría. "Y aun así será un resultado magnífico", se decían, para consolarse por anticipado. Los obreros y los soldados van dirigiéndose uno tras otro a la puerta. Un rumor contenido de voces; breves estallidos de altercados; se alza una voz: "¡Kornilovianos!" "¡Héroes de julio!" La votación dura cerca de una hora. La Mesa, con una emoción apenas contenida, sigue en el estrado. Por fin se han contado los votos y se anuncia el resultado: en favor de la Mesa y de la coalición, ¡414 votos!, contra ¡519! ¡Se han abstenido 67! La nueva mayoría aplaude con entusiasmo, turbulenta, furiosamente.

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