La guerra entre potencias imperialistas fue el escenario de la época de la revolución rusa
Entre 1870 y 1914 crece la carrera armamentística y un avance inédito de la tecnología militar. Paralelamente en la mayoría de los ejércitos europeos se implanta la conscripción obligatoria, incorporando junto a militares de profesión, a grandes sectores de trabajadores y campesinos.
El asesinato del archiduque, heredero al trono del imperio Austro-Húngaro no fue más que una excusa para iniciar las hostilidades. No se trató de un conflicto por ningún tipo de ideales de “libertad” ni “progreso”, sino una guerra entre potencias imperialistas (Alemania y el imperio austro-húngaro vs. Gran Bretaña, Francia y Rusia) que disputaban el dominio mundial y la repartirción de las colonias.
Las potencias contaron con la Socialdemocracia como aliado fundamental que traicionó sus promesas contra la guerra y apoyó los distintos gobiernos nacionales, votando los créditos de guerra y avalando que trabajadores de distintos países se enfrenten a muerte entre sí por intereses ajenos.
Solo el ala izquierda del movimiento socialista, minoritaria, perseguida y aislada, continuó manteniendo los principios internacionalistas. Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo, Liebknecht, Mehring, entre otros, fueron sus principales dirigentes.
Los sufrimientos de las masas, las muertes, la miseria, llevan a la resistencia de los soldados rusos (en su mayoría campesinos). La clase obrera y los bolcheviques se ponen a la cabeza de la lucha contra la guerra y en octubre/noviembre de 1917 triunfa la Revolución Rusa. Los bolcheviques se pronuncian por una paz inmediata, sin anexiones. La Revolución Alemana, que en noviembre de 1918 derroca al Káiser, dejará afuera a una de las principales potencias beligerantes, terminando con la Primera Guerra Mundial.
