Ejército

El golpe del general Kornilov

“Apoyar el fusil sobre el hombro de Kerensky contra Kornilov, sin darle ningún apoyo a su gobierno”, L. Trotsky

Por Liliana O. Caló

Luego de la derrota de las Jornadas de Julio, se forma en agosto (según el calendario gregoriano) un nuevo Gobierno provisional que incluía a representantes de varios partidos, mayoritariamente mencheviques y eseristas (SR, socialrevolucionarios), en el que Kerensky es designado Primer Ministro.


Alexandr Kerensky

Luego de las Jornadas, la contrarrevolución se sintió fuerte para ganar las calles e intentó avanzar en derrotar el proceso revolucionario. Su intención era prohibir la realización de manifestaciones, declarar la ilegalidad del partido bolchevique y detener a sus principales dirigentes. El Primer Ministro es presionado por grupos de terratenientes e industriales (organizados en la Unión de Terratenientes y la Unión Nacional de Comercio e Industria) y sectores militares vinculados a la Unión de Oficiales y la Liga Militar para avanzar en restablecer el orden político y el control militar. Ante estas presiones, Kerensky intentará dar nuevo aliento a su gestión. Por un lado, para afianzar su base política y recomponer la unidad al interior de su gobierno organiza hacia finales de agosto la llamada “Conferencia Estatal”, en la ciudad de Moscú, que por discrepancias y falta de acuerdos fracasó. Resuelve, entonces, designar al General Kornilov comandante en jefe del Ejército ruso, convertido en referente de los grupos dominantes más conservadores.


Lavr Kornilov

Kornilov(1) representaba en el gobierno a los sectores más decididos en poner fin a la situación de doble poder que atravesaba el país, fortalecer la autoridad del gobierno a través de la instauración de un gobierno militar, reencauzando la participación de Rusia en la Guerra. Defendía la implementación de una serie de medidas políticas y militares que permitieran restablecer el orden burgués y la disciplina en el Ejército: la restricción de los poderes de los consejos de soldados, la restauración de la pena de muerte y de los tribunales militares en los frentes de batalla; la prohibición de las reuniones políticas y de la propaganda antipatriota entre las tropas y la reorganización del alto mando.

El plan de Kornilov incluía además la militarización de la ciudad y las fábricas y una mayor persecución contra los dirigentes bolcheviques. Kerensky, más tarde que temprano, reconocerá en el plan de su jefe militar un intento no solo de poner fin al poder soviético sino también al suyo propio, instaurando un gobierno militar. Sin perder de vista esta perspectiva, Kerensky y los generales, con Kornilov al frente, llegan a un precario acuerdo sobre la implementación de una serie de políticas restrictivas y la movilización de tropas cosacas a la capital para evitar nuevos levantamientos como el de Julio, aun a costa de debilitar el frente de batalla alemán.


Kornilov en Moscú

Bajo la necesidad de mejorar la defensa de la capital, Kornilov ya había dado la orden de trasladar a la ciudad las divisiones antibolcheviques de caballería mejor preparadas. Tres de ellas estaban localizadas en el sur y serían trasladadas en ferrocarril para ser transportadas a la capital, mientras que la división situada en Finlandia debía ocupar, simultáneamente, la parte norte de la capital. Es interesante remarcar que el firme apoyo militar al general provenía especialmente de las fuerzas de cosacos y montañeses y era casi nulo entre la infantería, de mayoría y base campesina.

Septiembre de 1917, el intento de golpe

A comienzos de septiembre cuando Kornilov se proclamó contra el gobierno provisional. Junto a la movilización de las tropas avanzó, dispuesto a exigir la renuncia de Kerensky, aplastar definitivamente al Petrogrado soviético y proclamarse jefe de Estado. Lanza un manifiesto justificando el llamado a derrocar al gobierno previsional en defensa de la patria y la amenaza de sublevación bolchevique: "Obligado a entrar en acción abiertamente, yo, el general Kornílov, declaro que el gobierno provisional, bajo la presión de la mayoría bolchevista de los soviets, obra de completo acuerdo con los planes del Estado Mayor alemán, y que, con miras al próximo desembarco de fuerzas enemigas en la orilla de Riga, destruye el ejército y perturba al país desde el interior”.(2)

Kerensky resuelve dar un giro en la situación para asegurar su permanencia y conservación política. Hace públicos los planes de Kornilov y el respaldo que le daban el imperialismo inglés y francés, quienes presionaban para que Rusia normalizara su situación interna y reencauzara su intervención en la guerra contra Alemania.

Entre las filas del gobierno circula la conspiración. Kerensky reconoce la verdadera relación de fuerzas y es cada vez más claro que solo puede detener al General si apela a las masas, a la intervención de los obreros y campesinos. Se ve obligado a levantar las prohibiciones, restricciones políticas e incluso deja correr el armamento entre los obreros.

Tal era la gravedad de la amenaza que los partidos conciliadores soviéticos como los SR y mencheviques, en función de asegurar la continuidad de su gobierno, se vieron obligados a restablecer la autoridad de los soviets y con ellos la de los bolcheviques, asumiendo los riesgos que implicaba de transformar la resistencia al golpe de Kornilov en un nuevo fortalecimiento de las tendencias revolucionarias de las masas.

La ciudad se reorganiza y prepara la defensa armada, se pone en pie un comité para su defensa revolucionaria (Comité para la lucha contra la contrarrevolución), integrado por miembros del comité ejecutivo de obreros y soldados y el de campesinos; dos representantes, delegados, con carácter especial, de los tres partidos soviéticos (SR, mencheviques y bolcheviques), del centro de los sindicatos y del Soviet de Petrogrado.

La agudeza de la situación fue tal que, como relata Trotsky, el Comité disponía del accionar de las tropas bajo la firma del gobierno provisional, dirigiendo las instrucciones y la intervención de sectores claves como los trabajadores del ferrocarril, de los telégrafos y correos, efectuando registros y detenciones en los centros pro-korlinovianos, en las academias militares y organizaciones de altos oficiales. Los trabajadores ferroviarios tendrán un papel destacado en la lucha contra el golpe, bloqueando la circulación e impidiendo la llegada de tropas golpistas y desarticulando su ofensiva.


Los bolcheviques y las Guardias Rojas

El Frente Único

Los bolcheviques se suman a las organizaciones para la defensa de la ciudad, exigiendo el armamento de los obreros y una política que permitiera el fortalecimiento de la base soviética, es decir, de los obreros y campesinos. Su política planteaba la urgencia de enfrentar a la contrarrevolución con las armas para defender las conquistas de la revolución, sin que eso implicara dar apoyo al gobierno representante de la burguesía, el imperialismo y su política guerrerista. Como planteaban los bolcheviques: apoyar el fusil sobre el hombro de Kerensky contra Kornilov, sin darle ningún apoyo a su gobierno.

Abstenerse en esa situación sería un error fatal para la revolución, pues facilitaría el triunfo de la contrarrevolución pero eso no podía traducirse en el apoyo o colaboración con el gobierno de la burguesía liberal. Así lo expresaba en una carta Lenin al Comité Central: ¿Acaso no hay que combatir a Kornílov?, se nos objetará. Claro que sí; pero entre combatir a Kornílov y apoyar a Kerensky, media una diferencia, existe un límite, y este límite lo franquean algunos bolcheviques cayendo en el conciliacionismo, dejándose arrastrar por el torrente de los acontecimientos”(3)
En estas condiciones, mientras se enfrentaba la contrarrevolución, los bolcheviques levantan una política obrera independiente para dar nuevo impulso a las masas, reagruparlas detrás de una política que permitiera hacer avanzar la revolución. Esta pelea se expresaba en una serie de demandas como la exigencia del armamento obrero, que obligó al gobierno a entregar más de 10 mil fusiles, la exigencia de detención de los jefes conspiradores y el avance de la reforma agraria.

El golpe es resistido en las calles. Se fortalece nuevamente la alianza entre las guardias rojas de los soviets y la base del ejército, formado mayoritariamente por campesinos reclutados para la guerra. Los obreros y soldados comprendieron que no se trataba de defender al gobierno sino a la revolución y dieron muestras de enorme abnegación y decisión para la lucha.

Hacia mediados de septiembre el golpe de Kornilov es derrotado y sus líderes detenidos. El gobierno de Kerensky expone toda su debilidad, atado a las decisiones de los soviets armados. Al interior del ejército se profundiza la desconfianza hacia los oficiales y la radicalización de las masas gana nuevo impulso. Se abre un nuevo momento de la revolución en el que lo fundamental será la reorganización de los soviets, el salto de la influencia de los bolcheviques, ganando la dirección del soviet de Petrogrado y el reanimamiento de las energías revolucionarias de las masas, que facilitarán el camino semanas más tarde, hacia la toma del poder.


Notas:

1. Cuando Kerensky fue derrotado por la Revolución de octubre, Kornilov obtuvo el mando de los ejércitos blancos que se formaron en el sur para combatir a los rojos. Al comienzo de la guerra civil (1918-20) fundó en el sur de Rusia una efímera República del Don contrarrevolucionaria. Murió en combate contra el Ejército Rojo en la zona del Cáucaso.
2. Trotsky, León, Historia de la Revolución rusa, Cap. IX.
3. Trotsky, León, "Lecciones de Octubre", en www.ceipleontrotsky.org.

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