Arte y revolución

Doble poder en el cine también

En los días de la revolución el poder dual se reflejaba en la industria cinematográfica como en todas las demás

Antes de la revolución de febrero solo existía una fuerte organización industrial de los propietarios de las salas, ellos eran los encargados de tomar las principales decisiones. Qué imágenes llegaban al público dependía entonces de sus caprichos.
Luego de la caída del Zar los trabajadores y artistas comenzaron a crear sus propias asociaciones y expresar sus ideas sobre el cine y su futuro.

La revolución los fue entusiasmando desde los primeros días y así vieron que la lucha por sus derechos estaba en vigor. Los operadores prepararon su demanda de vacaciones y jornada de ocho horas de labor; los directores y cameraman soñaban con bastante película virgen para filmar. La profunda renovación del cine soviético comenzaba sus primeros pasos.

La crítica al mundo capitalista del cine se expresará de múltiples formas en los años siguientes, en 1922 el poeta Maiacovski los expresó con sus palabras:

Para vosotros, el cine es un espectáculo.
Para mí es casi una concepción del mundo.
El cine es el vehículo del movimiento.
El cine es el revulsivo de las literaturas.
El cine es el destructor de la estética.
El cine es la intrepidez.
El cine es un deporte.
El cine es el repartidor de ideas.
Pero el cine está enfermo. El capitalismo ha cegado sus ojos con un puñado de polvo de oro. Los hábiles empresarios lo llevan de la mano por las calles. Amasan dinero conmoviendo los corazones con argumetitos llorones.
Esto debe terminar.
El comunismo debe rescatar al cine de las manos de sus guardianes especuladores.
El comunismo debe hacer que se evapore el agua estancada de la poltronería y la moral.
De lo contrario, sólo tendremos bailables importados de América o eternos "ojos lacrimosos" de los Mosjukin.
De las dos cosas, la primera nos aburre.
La segunda, mucho más.

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