Gobierno Provisional

Comienza la conferencia democrática

Se inicia un mes después de la Conferencia nacional

Un mes después de la Conferencia nacional, queda inaugurada la conferencia democrática en el Teatro Alexandrinski. Fueron nombrados 1.775 delegados. Cerca de 1.200 estaban presentes al momento de abrirse la sesión. Los bolcheviques, están en minoría pero representan un sector importante.

Decidida en los días de la sublevación de Kornílov, la Conferencia fue ideada para mostrar la fuerza de la democracia y subordinar a los adversarios de la derecha y la izquierda. Los conciliadores se proponen subordinar el gobierno a una representación improvisada, antes de convocar a la Asamblea constituyente.

Cuando llegó el jefe de gobierno Kerenski fue recibido con aplausos, pero no le dieron la mano ni los bolcheviques ni los kornilovianos. La polarización es cada vez mayor, así como la hostilidad hacia el gobierno.

Obligado por toda la situación a explicarse respecto de su papel en el complot, Kerenski dijo "Sé lo que querían -se le escapó-, porque antes de buscar a Kornílov se me habían presentado para proponerme ese camino." Desde la izquierda gritan: "¿Quién se le presentó?... ¿Quién se lo propuso?" El trasfondo político del complot quedaba así al descubierto.
En un momento se le gritó: "¿Y la pena de muerte?", el orador, perdiendo su aplomo, exclamó, de un modo completamente inesperado para todos, y seguramente para él mismo: "Esperad antes a que firme, aunque no sea más que una pena de muerte, como generalísimo, y entonces os permitiré que me maldigáis." Se acerca al estrado un soldado y le grita a quemarropa: " ¡Es usted la desgracia de la patria!"

Luego, al intervenir Trotsky planteó: "Si la pena de muerte era necesaria ¿por qué se decide Kerenski a decir que no hará uso de ella? Y si considera posible comprometerse ante la democracia a no aplicar la pena de muerte, entonces... convierte el restablecimiento de la misma en un acto de ligereza que excede de los límites del crimen."

Ante los embates desde la izquierda Kerenski exclamó:
"Estáis equivocados, no os imaginéis que si los bolcheviques me atacan no tengo detrás de mí a las fuerzas de la democracia. No creáis que floto en el aire. Tened en cuenta que si organizáis algo, se paralizarán los ferrocarriles, no se transmitirán telegramas..." Una parte de la sala aplaude; otra, confusa, guarda silencio: los bolcheviques ríen. ¡No es muy sólida la dictadura que se ve obligada a demostrar que no flota en el aire!

Mientras tanto, los bolcheviques, contestaron a los retos irónicos por tomar el poder, a las acusaciones de cobardía y a las amenazas absurdas: "Nuestro partido, que lucha por el poder en nombre de la realización de su programa, nunca ha aspirado ni aspira a adueñarse de ese poder contra la voluntad organizada de la mayoría de las masas trabajadoras del país." O sea que tomarían el poder como partido de la mayoría soviética. Las palabras relativas a la "voluntad organizada de los trabajadores (...) Sólo serán realizables las resoluciones y proposiciones de esta Conferencia... -decía la declaración- que sean aceptadas por el Congreso de los Soviets..."

Cuando Trotsky, al leer la declaración de los bolcheviques, aludió a la necesidad de proceder inmediatamente a armar a los obreros, de los bancos de la mayoría partieron exclamaciones insistentes: "¿Para qué?, ¿para qué?"
el orador contestó "Para crear un reducto efectivo contra la contrarrevolución". Pero no sólo para esto. "Os digo, en nombre de nuestro partido y de las masas proletarias que le siguen, que los obreros armados... defenderán contra los ejércitos del imperialismo al país de la revolución, con un heroísmo como aún no ha conocido hasta ahora la historia rusa..."

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