Arte y revolución

Unir arte y vida

La explosión en la producción artística, que se dio al calor de la revolución, no sólo se expresó en las distintas disciplinas, sino también en una gran cantidad de estilos, que marcaron con fuertes discusiones entre sí los primeros años de la revolución y que apuntaban a acercar el arte a las masas.

Por Jazmín Jiménez

La explosión en la producción artística, que se dio al calor de la revolución, no sólo se expresó en las distintas disciplinas, sino también en una gran cantidad de estilos, que marcaron con fuertes discusiones entre sí los primeros años de la revolución y que apuntaban a acercar el arte a las masas.
Con el triunfo de la revolución el Estado Obrero fomentó políticas que daban impulso a todas las corrientes y planteaban que ninguna sería decretada como “la” corriente oficial. Contrastando categóricamente con las políticas que luego llevará adelante el stalinismo en el terreno del arte. El gobierno de los soviets buscó que las masas pudiesen acceder y disfrutar del arte y la cultura que hasta ese momento les había sido vedada. Marx en su texto Introducción a la Crítica de la Economía Política afirma que “El objeto de arte –como todo otro producto- crea un público capaz de comprender el arte y de gozar con la belleza. Por lo tanto, la producción no produce sólo un objeto para el sujeto, sino también un sujeto para el objeto” y la mayoría de la población rusa no tenía acceso ni al arte en particular, ni a muchos aspectos importantes de la cultura como la alfabetización, hábitos de limpieza personal, acceso al conocimiento científico, etc. Estas experiencias no sólo influyeron en el conjunto del arte, también mostraron que la revolución desplegó iniciativas mucho más democráticas que las de cualquier Estado capitalista hasta hoy.

Los ideólogos del capitalismo han intentado identificar la política del Estado obrero hacia el arte como la imposición de reflejar una determinada posición política. Y si bien así fue para el realismo socialista que estéticamente no pasaba de un naturalismo que atrasaba el arte 200 años y la mayoría de las veces era el enaltecimiento del mito de Stalin. Esto no tiene nada que ver con lo que fue la experiencia en el terreno del arte durante la revolución hasta que en los ‘30 se instauró esa doctrina.
Algo importante para tener en cuenta es el contraste que había entre la situación social y política en la URSS y el desarrollo explosivo del arte en los primeros años de la revolución. Porque Rusia era muy atrasada no sólo políticamente sino también social y culturalmente. Grandes masas urbanas y campesinas eran analfabetas. Además estaba agotada por la guerra, si a esto le sumamos el ataque imperialista y la guerra civil que siguieron a la revolución, las condiciones no parecían ser las mejores para la producción artística. Sin embargo, en poco tiempo, surgieron todo tipo de estilos en todos los géneros artísticos, que influenciaron todo el arte del siglo XX. La revolución, despertó como nunca la creatividad artística y abrió todo un terreno de experimentación por delante, en todas las tendencias, desde las más vanguardistas hasta las más folklóricas, y dio originales combinaciones entre ellas, como los versos futuristas de Maiakovsky que combinaban la innovación métrica en el vocabulario con tonadas populares.

Las corrientes que de conjunto llamamos hoy “vanguardias rusas”, buscaban empalmar con los cambios sociales y políticos que vivían y a la vez revolucionar también el arte innovando en las formas. Veían en la creatividad e iniciativa de las masas, que hacían la revolución, la misma que ellos necesitaban en el arte para sacarse de encima las viejas escuelas, las viejas figuras. Llamaban a unir arte y vida, a sacar el arte de los museos y llevarlo a las calles. Por otro lado, también sectores sociales como las nacionalidades oprimidas por el imperio ruso hasta el momento, cuando se sacaron de encima esa opresión quisieron mostrar su cultura, sus tradiciones, su lengua. En todas las tendencias lo que hay es una voluntad explícita de acercamiento del arte a las masas, y de que ellas sean su protagonista ya que eran las protagonistas de la revolución.
Una discusión importante que se desarrolló en ese momento fue en torno a qué era el arte revolucionario, en ese debate Trotsky escribía que la vida amarga, tempestuosa, turbada hasta en sus entretelas, le dice al artista “necesito un artista capaz de un solo amor. Sea como fuere la forma en que te apoderes de mí, sean cuales fueren los útiles y los instrumentos con que me trabajes, me abandono a ti, a tu temperamento, a tu genio. Pero debes comprenderme como soy, tomarme como yo me vuelva, y no debe haber para ti nadie más que yo.” El artista nuevo necesitaría de todos los métodos y de todos los procedimientos puestos en práctica en el pasado, y algunos más aún, para captar la nueva vida.

Cuando hablamos de arte revolucionario, Trotsky explica que se piensa en dos tipos de fenómenos artísticos: obras cuyos temas reflejan la revolución y obras que sin estar vinculadas a la revolución por el tema, están profundamente imbuidas, coloreadas por la nueva conciencia que surge de la revolución. Estos fenómenos evidentemente nacen o podrían nacer de conceptos completamente diferentes. Sin embargo, observa que, en ese momento en que la revolución comenzaba a desarrollarse luego de la guerra civil, aún no existía un arte revolucionario, un arte que reflejara abiertamente todas las contradicciones de un período de transición. Existían elementos de ese arte, signos, tentativas. Ante todo, estaba el hombre revolucionario a punto de formar la nueva generación a su imagen, el hombre revolucionario que sentía cada vez más necesidad de ese arte. Arte que por cierto no hay que confundir con el arte socialista, cuya base falta aún y que surgirá de lo que se haga durante este período de transición.
Tomando a Engels, que caracterizó la revolución socialista como el salto del reino de la necesidad al reino de la libertad, Trotsky explica que la revolución no es todavía el reino de la libertad. Al contrario, desarrolla hasta el más alto grado los rasgos de la necesidad. El socialismo abolirá los antagonismos de clase al mismo tiempo que abolirá las clases, pero la revolución lleva la lucha de clases a su extremo. Por lo cual durante la revolución, la literatura que afirma a los obreros en su lucha contra los explotadores es necesaria y progresiva. La literatura revolucionaria no puede dejar de estar empapada de un espíritu de odio social que en la época de la dictadura del proletariado es un factor creador en manos de la Historia. En cambio en el socialismo, la solidaridad constituirá la base de la sociedad. Toda la literatura, todo el arte, se afinarán sobre tonos diferentes, pero este ya es tema de nuestra próxima nota.

VER TODAS LAS NOTAS DEL DÍA