100 años después

Natasha Samoilova: “la bolchevique indomable”

Con paciencia y convicción organizó el partido bolchevique desde sus inicios, atravesó los peores años de la reacción después de 1905 y vivió el resurgir del movimiento de masas. Por mujer, revolucionaria y bolchevique, estuvo presa varias veces. Nunca pudieron doblegarla. Tuvo la enorme dicha de poder ser parte de la Revolución Rusa y junto con los trabajadores y el pueblo, tomar el cielo por asalto.

Autora:Ana Sanchez

Konkordiya Samoilova, apodada Natasha, nació en Siberia 1876 y murió de cólera en 1921. Fue una vital organizadora bolchevique desde los inicios. Siempre trabajó entre los obreros y obreras. Fue editora y fundadora del periódico del partido, Pravda. Prestó especial atención a las trabajadoras y militó por sus causas. Fue organizadora del primer Día de la mujer en Rusia en 1913. El periódico bolchevique de las mujeres, Rabotsinia, la encontró entre sus fundadoras. Después de octubre, colaboró con el Zetnodonthel junto a Alexandra Kollontai.

Su mayor aporte estuvo siempre del lado de las mujeres. Sin indomables como ella, la historia no hubiera sido la misma.

Joven bolchevique

La escuela secundaria la contactó con un círculo de jóvenes revolucionarios. Su adhesión a la militancia antizarista creció. Después de terminar sus estudios fue a San Petersburgo para completar su educación. En seguida se convirtió en una de esas estudiantes revolucionarias contra quienes la monarquía zarista luchaba con tanta violencia. A los 20 y tantos ya había sufrido varios arrestos.

Con veintisiete años se unió a la fracción bolchevique de la socialdemocracia rusa, dirigida por Lenin, enseguida se destacó haciendo propaganda de las ideas revolucionarias por cada ciudad que visitaba bajo la clandestinidad que les imponía la persecución del Zar.

Una de las ciudades que conoció de sus destrezas fue Odessa, allí la apodaron “la indómita bolchevique”. La pasión que mostraba en sus debates para convencer a otros de abrazar las ideas revolucionarias era su mayor virtud. En eso estaba Natasha, cuando se desata la revolución de 1905. No pudo contenerse; llegó a Moscú en el momento álgido del levantamiento armado y allí se quedó hasta que la revolución fue derrotada. Regresó a Odessa, pero sintió que no podía quedarse simplemente para continuar el trabajo de propaganda. Buscaba desafíos. Se le ocurrió ir a Rostov-on-Don, donde también se había producido una revuelta armada. Sabía que ahora se enfrentaba a un nuevo trabajo, era necesario aprender a preparar y organizar fuerzas para que el nuevo estallido estuviera debidamente organizado para triunfar.

Pero los espías de la policía no se la hicieron fácil, comenzaron a vigilarla muy de cerca y tuvo que irse para evitar el arresto y el encarcelamiento. Entonces ella eligió la ciudad de Lugansk, en la Cuenca de Donets. Allí había sólo un pequeño grupo de bolcheviques. Por aquellos días volcaban todas sus fuerzas a la campaña electoral para las elecciones a la Segunda Duma de 1907, era una oportunidad única para extender la influencia del partido. Ésta era además, la principal preocupación de Natasha.

El primer día internacional de la mujer

Pasados los años de oscura reacción, algunos de los cuales Natasha los vivió en la cárcel, comenzó el reverdecer del movimiento de masas. A finales de 1912, Natasha ocupó un lugar como secretaria en el comité editorial del Pravda, el periódico bolchevique de reciente aparición. El movimiento de masas comenzaba a recuperarse, los y las trabajadores y trabajadoras volvían a ejercitar sus músculos, la lucha de clases se ponía en marcha nuevamente. Allí estaba Natasha para organizarlo y Pravda sería su herramienta.

Ella jugó un papel principal en la organización del primer Día Internacional de la Mujer en Rusia. Era 1913. Natasha, muy entusiasmada, junto a un grupo de trabajadoras que ya habían ingresado al partido y una serie de camaradas bolcheviques, comenzaron los preparativos.

Reservaron una columna en Pravda para publicar artículos sobre el trabajo de las mujeres. Así, una lista de publicaciones apareció bajo el encabezado “El trabajo de las mujeres y la cuestión de la mujer". Desde el mismo periódico elaboraron un cuestionario sobre las condiciones de las trabajadoras en diversas fábricas y ramas de la industria. Pravda también instó a una serie de sociedades y sindicatos donde había mayoría mujeres, como por ejemplo en la industria textil, a investigar y estudiar las condiciones de las trabajadoras y enviar datos a Pravda. A medida que el material llegaba, la columna "Trabajo de mujeres" y la nueva sección "Día Internacional de la Mujer" comenzaron a aparecer cada vez más frecuentemente en el periódico.

Finalmente el 23 de febrero (8 de marzo de nuestro calendario) de 1913 se celebró el primer Día Internacional de la Mujer en Rusia.

Después de esta experiencia exitosa, los bolcheviques deciden editar el periódico de las mujeres trabajadoras “Rabotnitsa”, con el objetivo de organizar a las mujeres obreras. Su primer número fue en enero de 1914. Natasha fue una de sus fundadoras, junto a Inessa Armand y Nadezhda Krupskaya. La publicación tuvo solo siete ediciones y fue suprimida por el gobierno en junio de 1914, pero será reeditado en 1917, en las vísperas de la revolución.

Por aquellos días ya había comenzado la Primera Guerra Mundial y Natasha escribía: "Día a día, el amplio desarrollo del capitalismo está atrayendo al torbellino de la vida industrial no solo al hombre trabajador sino a su esposa, hermana e hija. Hay miles, decenas de miles de trabajadoras en todas las ramas de la industria. El capital los ha nivelado a todos y los ha arrojado al mercado laboral. Ignora la juventud, la debilidad física de las mujeres y los ardores de la maternidad. Solo reconoce el trabajo barato y sumiso. Cuando las mujeres ingresaron a las fábricas en las mismas máquinas que los hombres, descubrieron un nuevo mundo, nuevas relaciones de personas en el proceso de la industria. Vieron la lucha de los trabajadores por la mejora de sus condiciones. Y cada día, las trabajadoras se convencían cada vez más de que las condiciones de trabajo los unió con los hombres trabajadores de las fábricas, que tienen un interés común y las trabajadoras comenzaron a sentir que eran parte de una sola familia industrial, que sus intereses estaban vinculados con los de toda la clase trabajadora”.

Los poderosos de Rusia pensaban que “las mujeres eran el grupo más oprimido, dócil y socialmente atrasado de la sociedad rusa, eso les convertiría, según la lógica capitalista, en los miembros más obedientes y nada problemáticos de la fuerza de trabajo” (Tariq Ali. 2017).

¡Cómo se equivocaron!

Aquella tradición que habían instalado Natasha y sus compañeras, la celebración del Día Internacional de la Mujer, las encontraba el 8 de marzo de 1917 participando de un huelga de trabajadoras, a la que se sumaron sus compañeros, dando inicio así a la Revolución Rusa triunfante.

Las mujeres y la revolución

Alexandra Kollontai, escribió en 1927 que "Konkordiya Samoilova era un trabajadora del partido de una abnegación sin par, sabía cómo ganar los corazones de las mujeres obreras. Aquellos que trabajaron junto a ella recordarán durante mucho tiempo a Konkordia Samoilova. Con una manera única y sencilla de vestir, exigente en la ejecución de las decisiones, estricta consigo misma y con los demás".
Natasha, junto a muchas otras mujeres revolucionarias de la época y dirigentes de la revolución, luchó por los soviets y por el comunismo, al mismo tiempo que trabajaba por la emancipación de la mujer.

Una de sus últimas tareas fue sumarse en 1919 al Zhenotdel (el Departamento para el Trabajo entre las Mujeres Obreras y Campesinas), cuyo propósito era la emancipación de las mujeres. El Zhenotdel estaba compuesto por trabajadoras, campesinas y amas de casa para realizar un trabajo especial entre las mujeres, en medio de las dificultades de la guerra civil. Las mujeres del Zhenotdel pensaban que la emancipación de las mujeres debía ser una de las tareas de la revolución. Ninguna de ellas pensaba que podría conseguirse inmediatamente, pero era momento de comenzar. Y era necesario tomar acciones inmediatas.

El trabajo hecho por las mujeres del Zhenotdel a lo largo de todo el país, dio sus frutos. Las mujeres conquistaron más derechos que en cualquier territorio del mundo, incluso más derechos que los que tienen hoy, un siglo después. Derecho a estudiar, a participar en política, a trabajar en igualdad de condiciones con los varones. Derecho a ser parte del ejército rojo y defender su Revolución. A ser dirigentes de los soviets. Derecho al aborto, para evitar las cientos de miles de muertes. Derecho al divorcio. Comedores y lavanderías comunitarias para evitar la doble carga laboral. Jardines para que los niños no sean solo responsabilidad de las mujeres en sus hogares.

Como decía León Trotsky, “si en realidad queremos transformar la vida, tenemos que aprender a mirarla a través de los ojos de las mujeres”.

Natasha Samoilova siempre lo supo, por eso es otra de nuestras imprescindibles.

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