La memoria prodigiosa de León Trotsky nos acerca una serie de anécdotas bellas que enriquecen aun más, la gran gesta de la clase obrera rusa y sus más grandes figuras.
Parte 2
Mi mujer fue a visitarme a la cárcel (…) Los muchachos estaban pasando el verano en el campo, con la familia de V., un comandante retirado amigo nuestro (…). En esta casa solían reunirse bastantes visitas, la mayoría de ellos oficiales (…) Uno de estos jóvenes patriotas se permitió decir en la mesa, que Lenin y Trotsky eran espías de los alemanes. Mi hijo mayor saltó hacia él con una silla en alto, y el pequeño se levantó también blandiendo un cuchillo de mesa. Las personas separaron a los contendientes. Los dos hermanos se encerraron en su cuarto y rompieron a llorar amargamente. Proyectaron huir en secreto, llegar a pie hasta Petrogrado para saber lo que hacían allí con los bolcheviques. Por suerte llegó la madre, los tranquilizó y los llevó con ella. Decididamente, la revolución había frustrado sus esperanzas. Pero no por eso dejaron de fijarse entusiasmados en cómo su madre me pasaba una navaja entre las rejas del locutorio... Los consolaba diciéndoles que la verdadera revolución no había estallado aún.
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Libro “Mi Vida”: Capítulo 26. DE JULIO A OCTUBRE
