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La ley del desarrollo desigual y combinado en Rusia

La ley que explica el desarrollo desigual del proceso histórico fue formulada por Trotsky para mostrar la posibilidad, en el siglo XX, de la Revolución socialista en Rusia y los países atrasados.

Por Nicolás Bendersky

En el siglo XIX los fundadores del socialismo científico, Carlos Marx y Federico Engels, veían que el avance del capitalismo tenía distintos ritmos. Sostenían que la revolución socialista, que surgiría de las entrañas y contradicciones de este, sólo podía realizarse sobre la base del nivel más avanzado del capitalismo y no del atraso. Por ende, luego de la derrota de la Revolución en Alemana de 1848, viendo que la burguesía como clase revolucionaria ya había dado todo de sí, plantearon que en Francia e Inglaterra era donde verdaderamente existían las bases objetivas del desarrollo científico, industrial, cultural y tecnológico, y por lo tanto los países indicados para llevar adelante la revolución social. Bajo este esquema, los países atrasados debían seguir a los adelantados como un espejo y promover toda medida que busque el desarrollo del capitalismo, única base para que los trabajadores se expandan como clase en su seno y que pueda pensarse en un futuro lejano la revolución socialista dirigida por ellos.

Pero en el siglo XX, la aparición de una nueva fase hizo cambiar las coordenadas, reemplazando el capitalismo de libre competencia por uno imperialista donde primaba el desarrollo de la economía mundial.

La primera revolución del siglo sucedió en la atrasada Rusia en 1905, a la que Trotsky denominó prólogo de las revoluciones de Febrero y de Octubre de 1917. Refiriéndose a la misma sostuvo que "El prólogo contenía ya todos los elementos del drama, aunque estos no se desarrollasen hasta su fin” (Cap. 1 – Historia de la revolución rusa- Edición digital). En 1905 los obreros protagonizaron jornadas revolucionarias que ya mostraban cómo se iban a mover los actores sociales y se vislumbraba la dinámica de la revolución dirigida por ellos. Si bien las tareas que tenía por delante la Revolución rusa eran“democrático-burguesas”, la fuerza motriz era el proletariado y la única manera para llevarlas adelante era transformando la revolución burguesa en una revolución socialista, dirigiendo la alianza con el campesinado para garantizar su triunfo. Esa fue la principal conclusión esbozada por Trotsky en Resultados y Perspectivas escrito en 1906, sacando las lecciones de la derrota.

El desarrollo contradictorio de Rusia

Las conclusiones de Trotsky estaban basadas no sólo en el análisis de los acontecimientos revolucionarios de 1905, sino también en el estudio del desarrollo de Rusia. Lo que caracterizaba a Rusia a principios del siglo XX era el singular atraso. El primitivismo extendido, el bajo nivel cultural y las formas feudales resistentes en el campo, brindaban al “país/continente” un panorama de avance económico lento, rezagado y perezoso.

La mayoría de su población de 150.000.000 de habitantes era campesina y, azotados por la necesidad, trabajaban la tierra en extensión casi sin ninguna mejora tecnológica ni aumento de la productividad agrícola desde hacía varios siglos.

La tardía emancipación de la servidumbre de la gleba recién en 1861 no procedió a ninguna mejora para los campesinos que, si bien abolido jurídicamente el vasallaje feudal, cargaron con la indemnización a los terratenientes, el pago de impuestos y la asfixia que implicaba no poder mantenerse en su pequeña parcela de tierra. Muy pronto se generó una masa de campesinos desposeídos, totalmente incompatibles con los grandes terratenientes ligados al zarismo, la nobleza, la burguesía y el clero. En Rusia, donde no había habido Revolución burguesa como en Francia o Inglaterra, una de las tareas pendientes era la reforma agraria. El zarismo había “solucionado” la cuestión agraria pero a su manera, multiplicando y exacerbando las contradicciones sociales.

Por el contrario, el contraste del panorama rural y el avance de las ciudades rusas era abismal. La industria, desarrollada a través de inversiones inglesas, alemanas, francesas y belgas, no detenía su marcha: multiplicaba su producción industrial y con ella su técnica, estructura y concentración obrera, lo que la acercaba a los países capitalistas más avanzados del mundo como Inglaterra y EEUU.

En términos comparativos las pequeñas industrias con menos de 100 obreros, ocupaban a 35% de los obreros industriales en EEUU, y sólo el 17,8% en Rusia. Pero las grandes industrias ocupaban sólo el 17,8% en EE.UU y 41,4% en Rusia, mostrando que había adoptado los principales avances capitalistas de occidente.

La burguesía rusa era de constitución “débil” y “había llegado tarde” ya que, ante el proletariado y el campesinado, se veía incapacitada de dirigir su propia revolución, ya que no podía enfrentar al zarismo producto de la estrecha ligazón de sus intereses materiales con este y a la vez con el capital internacional.

A pesar de representar más de 25 millones de personas junto a sus familias en un mar campesino, el proletariado poseía un peso económico, social y político poderosísimo, que le permitió justamente dirigir al campesinado con el fin de concentrar toda la fuerza revolucionaria y orientarla en el momento preciso contra el zarismo y la burguesía.

La ley del desarrollo desigual y combinado

Para poder entender la dinámica del desarrollo capitalista ruso y de los países atrasados, León Trotsky formuló por primera vez la ley del desarrollo desigual y combinado. Para dar cuenta de la convivencia del atraso campesino con la industria moderna, negó la posibilidad de repetición esquemática de etapas en la historia, sosteniendo que las conquistas materiales e ideológicas se incorporan a los países atrasados producto de la universalidad del capitalismo, lo que excluye la repetición de las formas evolutivas de los países avanzados.

Este razonamiento permitía entender que el “privilegio” de los países atrasados está en poder pasar por alto las etapas intermedias nutriéndose de los desarrollos y avances de los países centrales, pero a su modo. Es la economía mundial en su etapa imperialista la que permite relacionarse entre sí países con distinto grado de desarrollo, donde los atrasados incorporan elementos de los avanzados sin hacer desaparecer completamente su atraso. Es por eso que los primeros “Azotados por el látigo de las necesidades materiales, (…) se ven obligados a avanzar a saltos. De esta ley universal del desarrollo desigual de la cultura se deriva otra que, a falta de un nombre más adecuado, calificaremos de ley del desarrollo combinado aludiendo a la aproximación de las distintas etapas del camino y la confusión de distintas fases, a la amalgama de formas arcaicas y modernas” (Idem). Es decir, la asimilación genera “un carácter, confuso, embrollado y mixto”, donde las conquistas se incorporan a la cultura primitiva, rebajándolas y confundiendo fases, creando esa amalgama que posee algo de arcaico y algo de moderno.

Aludiendo a la importancia de la ley como fundamento de la Revolución rusa, Trotsky destaca que “La Revolución de Octubre es la manifestación más grandiosa de esa falta de uniformidad del proceso histórico. La teoría de la revolución permanente al pronosticar la Revolución de Octubre, se apoyaba precisamente en esa ley de la falta de ritmo uniforme del desarrollo histórico; pero no concebida en su forma abstracta, sino en su encarnación material, proyectada sobre las peculiaridades sociales y políticas de Rusia.” (Prólogo de la Teoría de la Revolución Permanente. Ediciones CEIP-León Trotsky).

A diferencia de la Segunda Internacional que negaba de antemano que pueda triunfar una revolución socialista en países atrasados fuera de Europa, por no estar "maduros para la revolución", Trotsky partió de la economía mundial y de su incidencia en el desarrollo histórico para resolver “el enigma más importante de la Revolución rusa” mostrando la posibilidad de que un Partido como el Bolchevique, en un país atrasado como Rusia, pueda preveer, dirigir y orientar la energía de las masas revolucionarias hacia la toma del poder por el proletariado.

La ley del desarrollo desigual y combinado, que es la ley más general del desarrollo histórico, permite comprender la relación e influencia de los países avanzados sobre los atrasados, la complejidad de sus formaciones sociales, pero también sus potencialidades revolucionarias.

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