La burguesía tiene las esperanzas puestas en el general que pretende liderar contrarrevolución.
Todo debía estar a punto para el 8 de septiembre de acuerdo a los planes de Kornílov. La tensión política, exagerada deliberadamente por la prensa, amenaza estallar. La caída de Riga hace que el frente esté cada vez más cerca y la evacuación de la capital, planteada adquiere valores cada vez mas concretos. La gente acomodada abandona la ciudad, parecen tener más miedo a una nueva insurrección que ante la invasión del enemigo.
A pesar de las protestas del Comité ejecutivo contra su política contrarrevolucionaria, el gobierno dio un paso atrevido en favor de los terratenientes al acordar la duplicación del precio del trigo. La medida fue adoptada a petición de Rodzianko, quien lo ha solicitado públicamente. Una verdadera provocación hacia las masas hambrientas.
Este gesto no es aislado, sino que hace días Kornilov y Kerenski vienen planeando un asalto a Petrogrado para contener la "amenaza bolchevique" a quienes culpan de la caída de Riga y de los males de Rusia. Tienen un acuerdo para transformar el régimen del Estado con ayuda de la fuerza armada.
Para poder apostar el cuerpo de caballería frente a Petrogrado, Kerenski había puesto ciertas condiciones a las que Kornilov accedió de palabra, para luego hacer lo opuesto.
Mientras tanto, los bolcheviques denuncian que "gente sospechosa realiza una agitación provocativa en nombre de nuestro partido." Los órganos directivos del Soviet de Petrogrado, de los sindicatos y de los comités de fábrica declaran el mismo día: "Ninguna organización obrera, ningún partido político exhorta a hacer manifestación alguna. Sin embargo, los rumores relativos al derrocamiento del gobierno no cesaron ni un instante en todo el día siguiente."
