La memoria prodigiosa de León Trotsky nos acerca una serie de anécdotas, algunas bellas otras trágicas, que enriquecen aun más, la gran gesta de la clase obrera rusa y de las figuras más destacadas que allí intervinieron.
Parte 4.
En aquellos días la ciudad permanecía muda. Todo el mundo esperaba la llegada de Kornilov, unos con esperanza, otros con miedo.
Nuestros hijos oyeron decir que podía presentarse mañana mismo y al día siguiente; bien temprano, estaban mirando por la ventana, en ropa interior y con los ojos muy abiertos, a ver si lo veían.
Pero Kornilov no llegó. El impulso revolucionario de las masas fue tan potente que el general sublevado se evaporó. Pero no sin dejar huellas: aquella intentona sirvió de mucho a los bolcheviques.
La venganza -escribí por aquellos días- no se hace esperar. Nuestro partido, perseguido, acorralado, calumniado jamás conquistó tantos adeptos como en estos últimos tiempos. Y esta expansión no tardará en transmitirse de la capital a las provincias, de las ciudades a los pueblos y a los cuarteles... Sin dejar de ser ni por un momento la organización de clase del proletariado, nuestro partido, bajo el fuego de la represión, se ha convertido en el verdadero guía de las masas oprimidas, esclavizadas, defraudadas y acorraladas...