Impactos de la Revolución Rusa en Chile

El siguiente artículo corresponde al especial "100 años de la Revolución Rusa", presente en la edición nº2 de la Revista Ideas de Izquierda.

Autor:Nicolás Miranda

La Revolución Rusa fue una tempestad que recorrió el mundo entero abriendo un antes y un después en las luchas de las clases explotadas y oprimidas contra sus explotadores y opresores. Los temores de estos se activaron comprobando que podían ser derrocados; las esperanzas de aquellos se desbordaron. Sus organizaciones debieron replantearse todo: sus mismas formas de organización, sus teorías y estrategias, sus culturas militantes. Se dividieron. Se abría una época o de reforma o de revolución.

A la vez se articulaba con las tradiciones de la lucha de clases de cada país. Chile en los años anteriores, había conocido la “clase obrera con olor a pólvora” que partió en 1890 con la primera huelga general en América Latina; las primeras formas de organizaciones sindicales con las mutuales y las mancomunales; los primeros pasos en una política independiente de la clase trabajadora escindiéndose de su organización bajo los sectores progresistas de la burguesía, en el partido Democrático para formar sus primeros partidos como el Partido Obrero y Socialista (POS) fundado y dirigido por Recabarren; la más brutal represión como por ejemplo con la matanza de Santa María de Iquique.

La Revolución Rusa vino a trastocar todo. La posibilidad de derrocar a la burguesía, poner los cimientos de un nuevo Estado, un Estado Obrero, y empezar una batalla histórica por avanzar a una sociedad socialista pasaba a ser un objetivo estratégico para la organización y la lucha.

Los regímenes burgueses se volvían inestables y convulsivos, la burguesía se dividía también. Se abrían situaciones o coyunturas revolucionarias o pre-revolucionarias.
La Gran FOCH es refundada como la FOCH de Recabarren en 1918 que en su Declaración de Principios habla del socialismo. El POS se refundará en 1922 como Partido Comunista. Se ponen en movimiento grandes frentes únicos obreros de masas, como la Asamblea Obrera de la Alimentación Nacional entre 1918 y 1919. La burguesía se parte entre un ala que intentará un camino de reformismo burgués, con Arturo Alessandri Palma y en parte la joven oficialidad después con Ibañez del Campo, y un ala abiertamente reaccionaria.

Lo nuevo no era la lucha de clases, la “clase obrera con olor a pólvora” de los años inmediatamente anteriores testimonia la intensidad e incluso agudeza de su presencia, considerando que atraviesa ciclos de flujos y reflujos más o menos extensos. Lo nuevo eran los primeros tanteos en el paso a la acción política revolucionaria de la clase trabajadora.

Y que la política entendida como reducto de una oligarquía que discutía y resolvía todo en salones, privados o parlamentarios, donde lo demás era “masa influenciable” (1), pasaba a ser una política de masas.

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La burguesía expresaba sus temores, en aquellos primeros años, a través de sus medios de prensa, principalmente El Mercurio y el Diario Ilustrado.
Los bolcheviques, llamados “maximalistas”, eran la bestia negra. “Lenine es un doctrinario obtuso, obstinado, rectilíneo, querellante, que predica un desbarajuste general. Lo que más le importa es destruir” (Diario Ilustrado, 11/11/17).
Era la revolución de Lenin y Trotsky, así que también a este último apuntaban sus balas de papel: “Lev Dadidovitch Trotzky … violento e implacable en sus odios, cruel y fríamente vengativo, es el instrumento más adecuado para el ejercicio del terror rojo …sus adversarios lo llaman irónicamente el mayor caudillo judío después de Josué …También era judío el presidente del Comité Supremo Central … de la República de los Soviets, Jacob Movchev Sverdloff… Judío es asimismo Ovsey Hershon Zinovieff, presidente del soviet del norte y dictador efectivo de Pet rogrado …Véase pues, que el elemento judío constituye en el actual movimiento comunista ruso una casi absoluta mayoría, y es más que probable que ocurra algo parecido en los restantes países infestados. Señalemos el hecho y que los aficionados a los estudios políticos y sociales deduzcan las consecuencias teniendo en cuenta los diez o doce millones de judíos diseminados por el mundo. La Rusia soviética ha sacado a la luz por lo menos a tres grandes hombres: Lenin, el cerebro; Trotzky, el brazo y Krasin, la fuerza ejecutora. Trozky es un hebreo y esto demuestra el hecho indesmentible de que la revolución rusa ha sido planeada en gran parte por los judíos. El bolcheviquismo es su gran venganza.” (Sucesos, nº 898, 11/12/19)(2).

Como indican estudios específicos, “el discurso de los diarios conservadores tenían el objetivo de demonizar la imagen de la Revolución y demostrar el efecto nefasto que tendrían los intentos de repetir esta experiencia en Chile” (3).

Temían su propia existencia como clase social. “Vivimos en horas espantosas. La siniestra cuadrilla de Bonnet, Lenin, Trotzky y Cia., reina por el terror. En Petrogrado y aquí [Moscú], se persigue a cuanto parece pertenecer a la clase burguesa. Nadie se atreve ya a llevar cuello ni corbata” ("Escenas de la Revolución Rusa", El Diario Ilustrado, 1/2/18).

Explicaban al “maximalismo” como un movimiento criminal, que "triunfaba sobre las ruinas de las iglesias de Moscou (sic), y sobre los trágicos despojos de una juventud pasada a cuchillo” "(Una escena en un depósito de cadáveres de Moscú", El Diario Ilustrado, 23/2/18) (4).

De las imágenes del horror, pasaron al combate estratégico, condenando que el “absurdo ideal social comunista ejerce la tiranía roja del populacho” (El Diario Ilustrado, 9/7/18). Detallaban que se trataba de la “negación de la propiedad privada; justificación de toda violencia y de toda alianza con el total aplastamiento de la minoría burguesa; para ella no hay justicia del socialismo rojo, no hay derecho sino el de la fuerza; no hay patria, sólo existe la clase social, el proletariado universal, no hay guerra legítima sino la guerra de las clases sociales: es el bolcheviquismo tal como reina en Rusia” (La Revista Católica nº 433, 17/1/20).
Por supuesto, no solo descargaban balas de papel. En lo inmediato, exigían “una buena ley de residencia, que impida de forma eficaz la entrada al país, de malos elementos que nos llegan desde el extranjero” (El Diario Ilustrado, 25/2/18) .
Estaban también sectores progresistas y liberales, prosoviéticos pero anti-comunistas, que reconocían los progresos materiales de la Revolución, pero rechazaban las perspectivas y estrategias del comunismo.

Los partidos de la burguesía se habían dividido y la confusión reinaba todavía en esos años.

Incluso, pasados ya un tiempo de estos primeros años, la Cámara de Diputados rindió un homenaje a Lenin, aunque a instancias del diputado Luis Emilio Recabarren. El 21 de enero de 1924 había muerto Lenin. Recabarren propuso en la sesión del 5 de febrero de ese año, para hacerlo, citó un artículo del diario La Nación del 23 de enero que decía: “El cable ha comunicado que Nicolai Lenin murió a las 6,30 horas del martes 21 en su residencia particular ubicada en Moscú. Acaso no hay en el momento una figura más interesante en el panorama mundial, que la de este hombre extraordinario. La figura de Lenin es, con todo, de un relieve único”. Hubo “interrupciones, réplicas y contrarréplicas” (5), pero finalmente, por 26 votos a favor, 5 en contra y 7 abstenciones, se aprobó.
Es que, más allá de las maniobras burguesas, y de sus genuinas divisiones, una nueva fuerza social y política, había irrumpido.

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Pero esta irrupción atravesó fuertes debates, rupturas. Hubo un proceso de continuidad y discontinuidad entre las experiencias, organizaciones y teorías que habían configurado a la clase trabajadora hasta entonces.
El poderoso movimiento anarquista chileno se dividió, entre simpatías y desconfianzas, hasta decantarse “en 1922 con un rechazo profundo y generalizado” (6).
Estaban de un lado quienes afirmaban que “nuestra ruta está ya señalada, Rusia ha roto la marcha, y sus banderas son las nuestras ¡Adelante camaradas!” (Verba Roja, 11/18).

Y también quienes sostenían que: “¡la anarquía triunfa en Rusia! Millares de revolucionarios enarbolan su rojo pendón y cantan. Sus himnos rebeldes que ponen en su frente resplandores de incendio. ¡Lenin, Trotsky! ¡Pobres, míseros despojos de un pueblo noble! ¡Pobres Judas del Siglo XX!” (El Surco n°15, 15/10/18).
A su vez, se abrió una creciente confrontación entre socialistas y anarquistas.

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Recabarren fue protagonista en esta disputa. Su lucha con el anarquismo fue implacable. Previamente, tenía que romper con su propio pasado. Ya había dado un paso, al fundar el POS y romper el Partido Democrático. Ahora daría otro, al abrazar las perspectivas del bolchevismo (7).

En Octubre de 1917, Recabarren estaba en Buenos Aires. Su reacción fue inmediata, el 23/12/ 17 escribía que “doy sin vacilar mi voto de adhesión a los maximalistas rusos, que inician el camino de la paz y de la abolición del régimen burgués, capitalista y bárbaro. Quien no apoye a esta causa sostendrá el régimen capitalista con todos sus horrores”.

Que se trataba de una batalla contra su propia tradición se puede observar en esta afirmación: “¡Rusia maximalista es la antorcha del mundo! Salud a esa Rusia. Rusia revolucionaria, librando al mundo de la guerra, es el más poderoso baluarte de la democracia; de la democracia del pueblo honrado y trabajador” (“Adelante”, Talcahuano, febrero 1918).

Ni bien regresó a Chile en abril de 1918, comenzó el impulso de actividades de solidaridad. “Hicimos mitines en diferentes lugares de la ciudad. Uno de esos lugares estaba cerca de mi casa. Era la plazuela Vicuña Mackenna, en la avenida Argentina con la calle Bolívar. Y en ese triángulo, digamos –14 de febrero era la otra calle-, Recabarren salía con los compañeros. Yo participaba también en esos actos a proclamar la necesidad de apoyar la Revolución bolchevique... “Nosotros, los jóvenes, creamos una tribuna portátil y a veces salíamos con Recabarren a la calle. Yo andaba con la tribuna al hombro: era chiquillo, muchacho todavía. Y entonces, en cualquier lugar donde nos permitían las autoridades, plantábamos la tribuna y Recabarren empezaba a hablar”(8).

En 1918, dio el pasó a la recuperación de la Gran FOCH, dando paso a la FOCH de Recabarren que proclama el objetivo de una sociedad socialista.
Hizo giras para dar conferencias dando a conocer la Revolución. “He explicado en conferencias lo que es la Revolución Rusa y el maximalismo, desde Lautaro hasta Pisagua, explicando la obra bellamente creadora de la más alta civilización que se verifica en Rusia con el concurso de toda una nación con la excepción de unos pocos cientos de reaccionarios... “Y he dicho que la Revolución Rusa ha probado que el socialismo no era una bella utopía ni estaba a siglos de distancia su realización” (El Socialista, de Antofagasta, 16/9/20).

En 1922 fundó el Partido Comunista, sobre la base del POS. Poco después, el dirigente argentino José Penelón informaba a la Internacional Comunista tras una visita a Chile que se trata de "nuestro partido más fuerte en la región", dirigiendo la mayor central sindical del momento (FOCH) y con una importante representación parlamentaria de 8 diputados y 2 senadores (9).

Y viajó a Rusia. El 9 de octubre de 1922, inició su viaje a Europa. Iba a participar en calidad de delegado de la Federación Obrera de Chile, FOCH, en el Segundo Congreso de la Internacional Sindical Roja, y a representar al Partido Comunista de Chile en el Cuarto Congreso de la Internacional Comunista.

Allí, habría tenido una entrevista de 40 minutos con Lenin, Trotsky y el Comité Central del Partido Bolchevique (10), más bien de conocimiento mutuo.

Después de este viaje publicó su folleto “La Rusia Obrera y Campesina”, en marzo de 1923. Allí se observa un mayor acercamiento a las perspectivas de los bolcheviques: “Es de esperar que después de la lectura reposada de este corto folleto, cada proletario sepa tomar el sitio que le corresponde para encaminar sus actividades hacia la realización del programa de combate del comunismo que destruya este sistema capitalista que ya ha probado de sobra su total incapacidad para dar al país ningún bienestar”. “He vuelto de Rusia más convencido que antes de que urge apresurar la Revolución Social que ponga en manos del pueblo todos los poderes para la construcción de la sociedad comunista. “Continuar con la inactividad o la espera de ilusorias promesas que se renuevan sin cesar,... es prologar el estado de explotación capitalista, que permite a unos pocos hacerse millonarios en poco tiempo, mientras la mayoría de la población permanece en la más vil miseria”. Allí reivindicaba la revolución de Lenin y Trotski, lo que pocos años después sería ocultado por el giro stalinista.

En 1923, inició otra gira de conferencias para difundir las lecciones que había extraído, las conclusiones a las que había llegado. En un acto en la Plaza de Armas de Santiago manifestó que “en Rusia no existe la burguesía gobernante, en Rusia no existe el capitalismo explotador, en Rusia las fábricas, los campos, la producción está en poder de los trabajadores...”.

También ese año, el Partido Comunista organizó campañas de solidaridad con el pueblo soviético, formando comités de solidaridad, y los fondos recaudados eran al Comité Central Obrero de Ayuda al Proletariado Ruso con sede en Berlín.

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La respuesta burguesa no se limitó a la represión, persecución, hostigamiento. También dio paso a las primeras experiencias de reformismo burgués, con Arturo Alessandri Palma, y de bonapartismo con la dictadura de Carlos Ibañez del Campo en 1927.

Es que un elemento nuevo había irrumpido: el paso a la acción política independiente de la clase trabajadora, bregando por poner en pie un partido propio que proclamaba la lucha por la toma del poder del estado por medio de una revolución, el Partido Comunista, y con una poderosa organización sindical, la FOCH de Recabarren, que había sido impulsora de un gran frente único obrero, la Asamblea Obrera de la Alimentación Nacional.

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Las lecciones estratégicas que se sacaban, tomaban inmediata forma organizativa, como decíamos, con la fundación del PC, la FOCH y la AOAN.

Los debates políticos inundaban los periódicos, de la burguesía y de la izquierda. Soviets, bolchevismo, socialismo, partido revolucionario de combate, pasaron a ser parte del lenguaje común de miles de trabajadores y estudiantes. La burguesía se dividió, y llegó a dividir, unos años más tarde, a sectores de las FFAA (11).

La revolución no llegó a Chile, aunque hubo situaciones revolucionarias y pre-revolucionarias. Se interpusieron políticas de colaboración de clases en un Partido Comunista que se hacía stalinista, las vacilaciones centristas de los primeros trotskistas, las políticas de reformismo burgués, la dura represión.

Pero sí nacía algo que, hoy, es denostado -con miopía- descalificándolo como “copiar un modelo”: una estrategia para la revolución, la bolchevique.

Lenin la sintetizaba a propósito de otros debates (12): “De una parte, el bolchevismo surgió en 1903 sobre la más sólida base de la teoría del marxismo”, de su internacionalismo: “gracias a la emigración provocada por el zarismo, la Rusia revolucionaria de la segunda mitad del siglo XIX contaba con una riqueza de relaciones internacionales y un conocimiento tan excelente de todas las formas y teorías del movimiento revolucionario mundial como ningún otro país”, y “de otra parte, el bolchevismo, surgido sobre esta base teórica de granito, tuvo una historia práctica de quince años (1903-17), sin parangón en el mundo por su riqueza de experiencias … en la sucesión de las distintas formas del movimiento, legal e ilegal, pacífico y tormentoso, clandestino y abierto, de propaganda en los círculos y entre las masas, parlamentario y terrorista”.

Y detalla el desarrollo del bolchevismo en “Las etapas principales de la historia del bolchevismo”. Los “Años de preparación de la revolución (1903-05)”: La clave, aquí, fue que se planteaban “teóricamente todas las cuestiones esenciales de la revolución”. Y que se dio una “una lucha encarnizada de concepciones programáticas y tácticas, los representantes de las tres clases fundamentales, de las tres corrientes políticas principales −la liberal-burguesa, la democráticopequeño-burguesa (encubierta con las etiquetas de las tendencias “socialdemócrata” y “socialrevolucionaria”) y la proletaria revolucionaria”.

Y así es que “van cristalizándose las tendencias ideológicas y políticas realmente clasistas; las clases se forjan un arma ideológica y política adecuada para las batallas futuras” – “Años de revolución (1905-07)”: La clave aquí es que los partidos y las clases aprenden en pocos años “la ciencia de la política” en el curso de la revolución misma – “Años de reacción (1907-10)”: La clave aquí es que “la lucha de clases se manifiesta de un modo absolutamente nuevo y con mayor relieve. Los partidos revolucionarios deben completar su instrucción. Han aprendido a desplegar la ofensiva. Ahora deben comprender que esta ciencia hay que completarla con la de saber replegarse acertadamente. Hay que comprender −y la clase revolucionaria aprende a comprenderlo por su propia y amarga experiencia− que no se puede triunfar sin saber desplegar la ofensiva y retirarse con acierto”. Y que quien mejor supo replegarse fue el partido bolchevique, ¿por qué?, “porque desenmascararon sin piedad y expulsaron a los revolucionarios de palabra, obstinados en no comprender que es necesario replegarse, que es preciso saber replegarse, que es obligatorio aprender a actuar legalmente en los parlamentos más reaccionarios y en las organizaciones sindicales, cooperativas, de seguros y otras semejantes, por muy reaccionarias que sean”. – “Años de ascenso (1910-14)”: La clave aquí fue que “los bolcheviques desplazaron a los mencheviques, cuyo papel como agentes burgueses en el movimiento obrero fue admirablemente comprendido después de 1905 por toda la burguesía y a los cuales, por eso mismo, sostenía de mil maneras contra los bolcheviques.Pero éstos no hubieran logrado nunca desplazarles si no hubiesen aplicado una táctica acertada, combinando la labor ilegal con la utilización obligatoria de las ‘posibilidades legales’”. – “Primera guerra imperialista mundial (1914-17)”: La clave aquí fue el saber pasar a la ilegalidad, y que el bolchevismo “desenmascaró sin piedad la villanía, la infamia y la abyección del socialchovinismo y del ‘kautskismo’” – “Segunda revolución rusa (febrero-octubre de 1917)”: la clave aquí fue que “los bolcheviques empezaron su lucha victoriosa contra la república parlamentaria (de hecho) burguesa y contra los mencheviques”, buscando primero ganarse a las masas, a los Soviets, y planteándose la conquista del poder.

Lecciones estratégicas que aún mantienen su vigencia, y una larga tradición en Chile.

(1) “Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo
demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como
prestigio“, decía en 1892 Eduardo Matte Pérez (bisabuelo de Eliodoro Matte
Larraín).
(2) Citado en Fernando Estenssoro Saavedra. “La temprana incorporación de la
Revolución Rusa en el imaginario político chileno: Su presencia en la elección
presidencial de 1920 (un estudio sobre fuentes de prensa)”.
(3) Fediakova Evguenia. “Rusia soviética en el imaginario político chileno, 1917-
1939”, en: Manuel Loyola y Jorge Rojas comp., Por un rojo amanecer.
(4) Citado en Pablo Aguirre Tapia, “El miedo de la elite. Un estudio sobre la clase
dirigente en el primer cuarto del siglo xx”
(5) Iván Ljubetic, “Recabarren y la revolucion rusa de 1917”.
(6) El Impacto de la Revolución Rusa en el Anarquismo Chileno (1918-1922).
(7) En un largo proceso que no pudo completar, resultando en un “momento
centrista” que posteriormente, con la contra-revolución stalinista, daría paso al
período de los Frentes Populares, dividiéndose el movimiento comunista
internacional, así como en Chile, entre stalinistas y trotskistas. Ver Nicolás
Miranda, “Historia marxista del Partido Comunista de Chile” y “Contribución para
una historia del trotskismo chileno, 1929-1964”, y Dolores Mujica “Retratos.
Hombres y mujeres del trotskismo en Chile”.
(8) Salvador Ocampo, citado por Iván Ljubetic
(9) Olga Ulianova. Develando un mito: emisarios de la Internacional Comunista en
Chile
(10) Carlos Bassaletti y Dante Bravo. Recabarren, Lenin y Trotsky. Diálogos de
Moscú.
(11) Con la rebelión de la Marina de 1931, con los marinos reuniéndose con el PC y
la FOCH como “representantes del proletariado” y proclamando la necesidad de
“la revolución social”.
(12) “El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo”.

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