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Prólogo a la compilación "Teoría de la revolución permanente"

Este prólogo es una reelaboración en base a la presentación realizada a la 1º edición de La teoría de la revolución permanente, Bs. As., CEIP, 2000, junto a Marcelo Scoppa.

por Gabriela Liszt

La formulación más acabada de León Trotsky de su teoría de la revolución permanente fue escrita en 1928-29, en su destierro, impuesto por Stalin, en Alma Ata. Fue traducida y publicada rápidamente en numerosos idiomas. En español, diversas editoriales publicaron la traducción realizada por Andreu Nin en 1930 bajo el nombre de La Revolución Permanente. Desde entonces, hasta nuestros días, el libro no ha dejado de ser publicado .
Sin embargo, esta no fue ni su primera ni su última formulación. La teoría fue elaborada por Trotsky al calor de distintos acontecimientos revolucionarios y contrarrevolucionarios: desde sus primeras formulaciones previas y con relación a la Revolución Rusa de 1905, su aplicación práctica en la Revolución Rusa de 1917, su comprobación por la derrota de la Revolución Alemana de 1923, su generalización a los países atrasados a partir de la Revolución China de 1925-27 y su derrota, así como su aplicación posterior a procesos revolucionarios en países imperialistas como en el Estado Español.
La teoría de la revolución permanente, en este sentido, no es una simple teoría. Es una teoría-programa ligada a la estrategia de la toma del poder por el proletariado basado en organismos de democracia directa, a través de la lucha de clases, en particular, en los países avanzados, con el objetivo de derrotar al capitalismo mundial e inaugurar la revolución socialista mundial.
Los orígenes de la teoría estuvieron marcados fundamentalmente por la discusión con las concepciones de los miembros de la socialdemocracia rusa e internacional (especialmente la alemana) de fines del siglo XIX y principios del XX, acerca del carácter y las perspectivas de la revolución rusa y sobre la experiencia práctica de la Revolución de 1905. En sus inicios, un sector de la II Internacional coincidía total o parcialmente con los planteamientos de Trotsky y polemizaba contra las concepciones de un importante sector liderado por Bernstein, que representaba a la aristocracia obrera creada por el capitalismo en su fase de desarrollo hacia fines del siglo XIX. Este sector tenía una concepción evolutiva (el socialismo sólo llegaría luego de la plena realización del capitalismo) y escéptica de la revolución (la clase obrera no es tan numerosa ni importante como para derrotar al capitalismo y, por lo tanto, debe obtener espacios parlamentarios, sindicales, para presionar a la burguesía). Esta concepción que estaba representada en Rusia por la corriente de los “economicistas”, luego será defendida por los mencheviques, luego de la ruptura de la socialdemocracia rusa con Lenin y los bolcheviques. Aunque la razón de esta ruptura apareció inicialmente como una cuestión organizativa, reflejaba en su profundidad las diferencias existentes con relación al papel de las clases en la revolución por venir. Trotsky fue quien en esos años, polemizó más radicalmente con estas teorías reformistas. Secundariamente, polemizó con la concepción de Lenin expresada en la consigna de “dictadura democrática de obreros y campesinos”, ya que partía de
un acuerdo fundamental: la burguesía rusa y sus representantes jugarían un rol contrarrevolucionario en la caída del zarismo. Lenin, sin embargo, era quien más consecuentemente llevaba a la práctica esta teoría, luchando por la formación de un partido revolucionario internacionalista.
Entre Febrero y Octubre de 1917, teoría y práctica llegarán a una síntesis, expresada en la unidad político-organizativa de Lenin y Trotsky en agosto de ese año, cuando se formalizó la entrada de Trotsky y su corriente (la Interdistrital) al Partido Bolchevique.
La Revolución Rusa adquirió rápidamente una dinámica internacional, confirmando así también este aspecto de la teoría. Era una tarea imprescindible para los revolucionarios rusos y de otros países, comprender profundamente las enseñanzas de la Revolución de Octubre. No porque los demás países debieran repetirla (de hecho Trotsky opinaba que las circunstancias específicas que se dieron en el Octubre ruso difícilmente volverían a repetirse). Pero la primera experiencia de una insurrección dirigida por un partido revolucionario y la fundación de la III Internacional en medio de una guerra civil encarnizada, tareas que debieron enfrentar los revolucionarios, al mismo tiempo que luchaban contra la Primera Guerra Mundial, no podía ser dejada de lado por quien se propusiera luchar por la revolución socialista internacional. Se imponía sacar las “lecciones de Octubre”, ya que la troika Stalin-Kamenev-Zinoviev, una vez muerto Lenin, se proponía ocultar estas lecciones; en primer lugar, porque las posiciones defendidas por ellos durante Febrero-Octubre de 1917 se acercaban ampliamente a las mencheviques, separándose tajantemente de Lenin, quien antes de llegar desde su exilio a Rusia, en abril de 1917, ya había roto con su vieja posición de “dictadura democrática de obreros y campesinos” y batallado contra los que seguían sosteniendo esta posición para ceder frente al gobierno provisional burgués que se hizo del poder luego de la caída del zar.
Esta lucha fraccional que comenzó en 1923, llegará a su punto culminante en el VI Congreso de la III Internacional (ya rota la troika y bajo la dirección de la unión de centro-derecha de Stalin-Bujarin), en el que Trotsky y los oposicionistas (de forma clandestina) lucharán contra la teoría del
“socialismo en un solo país”, que abandonaba el internacionalismo bolchevique y servía de cobertura de la burocracia para defender sus privilegios dentro de las fronteras nacionales e impedir la extensión de la revolución y, por lo tanto, impedir su dinámica permanentista.
La Revolución China, le planteará a Trotsky la necesidad de dar un nuevo salto en la formulación de la teoría. En lucha contra la política stalinista de apoyar las diferentes alas de un partido burgués, el Kuomintang, Trotsky aplica la teoría de la revolución permanente a la experiencia china y, basado en las lecciones internacionales de los últimos acontecimientos, la generaliza hacia a los países atrasados.
Frente a nuevos hechos de la lucha de clases, Trotsky continuó sosteniendo la mecánica de la teoría de la revolución permanente, a la vez que fue enriqueciéndola como teoría-programa, siempre en función de la estrategia revolucionaria, frente a los nuevos fenómenos políticos de la época: el fascismo, los frentes populares, el nacionalismo burgués, los nuevos agrupamientos centristas. En los últimos años de su vida Trotsky elaboró documentos en los que realizó nuevas síntesis magistrales de los principales problemas de la estrategia revolucionaria de esos momentos. Especialmente, el documento fundacional de la IV Internacional: el “Programa de Transición para la Revolución Socialista Internacional” (1938) y el llamado “Manifiesto de la IV Internacional sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria mundial” , conocido como “Manifiesto de Emergencia” (1940).
Hemos incluido como apéndice el “Mensaje del CC a la Liga de los Comunistas” de Marx y Engels, con el objetivo de permitir al lector un análisis de la continuidad y ruptura en la teoría-programa de Trotsky en relación a las primeras formulaciones sobre la permanencia de la revolución en el siglo XIX.

* * *
Los orígenes de la teoría de la Revolución Permanente

Trotsky afirma que, en sus rasgos fundamentales, formuló la teoría de la revolución permanente antes de la Revolución Rusa de 1905 . Esta primera formulación la delineó en el folleto “Antes del 9 de enero”, escrito entre noviembre y diciembre de 1904 y publicado con un prólogo de Parvus (A. Helphand) . Recién dio a luz (debido a la resistencia de los mencheviques) luego del 9 de enero de 1905, el “domingo sangriento” que dio inicio al proceso revolucionario. “El proletariado ruso comenzó la revolución. Sobre él recae su desarrollo y éxito”, termina Parvus en su introducción de enero de 1905.
Trotsky denuncia en el folleto que el rol de los liberales burgueses es participar en los zemtvos (órganos municipales dominados por éstos) y las dumas (especie de parlamento otorgado como “concesión” del zarismo luego de la Revolución de 1905) para realizar un “frente único patriótico” con
el zarismo, apoyando la continuación de la guerra (incluso con dinero) y, con el objetivo, a lo sumo, de acordar una monarquía parlamentaria. Pero el mismo “desarrollo de la guerra, produjo una lógica revolucionaria imparable” . La burguesía, por temor a la revolución, era incapaz de conseguir las mínimas reivindicaciones democráticas para el pueblo como el sufragio universal, tampoco se pronunciaba por la cuestión agraria. Por lo tanto, era necesario que el proletariado tomara su lugar y, agitara el fin de la guerra, la caída de la autocracia y por una Asamblea Nacional constituyente, “independiente
de la corona, con todo el poder”, para implementar una verdadera democracia. “La democracia genuina es la democracia revolucionaria”. Trotsky discute contra los que ceden a los liberales y plantea que: “No tenemos tradiciones democráticas, tenemos que crearlas. Esto sólo es posible mediante la revolución. Un partido de la democracia no puede ser otra cosa que el partido de la revolución. Esta idea debe penetrar en la conciencia social…” .
Haciendo un balance de la oleada de huelgas económicas de 1903, concluye: “Todo debe ser hecho para atraer la atención y la simpatía de la
pequeña burguesía urbana hacia las acciones del proletariado. Cuando el proletariado emprendió acciones de masas en el pasado, por ejemplo, en las huelgas generales de 1903, casi ningún trabajo de este tipo fue realizado, y este fue uno de los aspectos más débiles de nuestros preparativos. Corresponsales de la prensa señalaron que los rumores más insensatos circularon entre la gente acerca de las intenciones de los huelguistas. La gente esperaba que fueran a invadir sus apartamentos, los comerciantes pensaban que sus locales serían saqueados, y los judíos tenían miedo de los pogromos. No se debe permitir que esto ocurra. Una huelga política, si toma la forma de un combate entre el proletariado urbano, por un lado, y la policía y las tropas en el otro, con el resto de la población restante hostiles o incluso meramente pasivas, el final será inevitablemente una derrota aplastante” .
A diferencia de 1903, ahora la guerra estaba causando estragos en la población y los soldados, lo que crearía una situación más favorable para los revolucionarios, para que el proletariado se convierta en la dirección de las masas. “Por encima de todo, debemos comprender claramente que el principal escenario de los acontecimientos revolucionarios será la ciudad. Hoy en día nadie puede negar esto. También es perfectamente claro que una manifestación sólo puede avanzar hacia una revolución popular si participan las masas, es decir, en primer lugar, el proletariado de las fábricas y los talleres. El proletariado debe tomar la dirección en las calles, con el fin de dar sentido a las acciones de la inteligencia revolucionaria, especialmente a los estudiantes y a la pequeñoburguesía urbana. Para que las masas trabajadoras puedan moverse, debe haber también puntos de encuentro. El proletariado industrial ya tiene como centros de concentración permanente a las fábricas y a los talleres, y es aquí que las cosas deben comenzar. Cada manifestación ha demostrado que no podemos tener éxito en el agrupamiento de las masas trabajadoras, en un punto único y predeterminado, si estas masas son llamadas desde los barrios donde residen. Sin duda tendremos éxito –y esto ha sido demostrado por la experiencia de la huelga de Rostov, y sobre todo por los disturbios en el sur del país durante 1903– en llamar a una masa de individuos que ya ha sido organizada en las fábricas y en los talleres” .
Las polémicas entre los marxistas rusos comenzaban a salir del terreno ideológico y a ponerse a prueba en las calles. Todos coincidían aún en el carácter democrático burgués que tendría la revolución por venir. Sin embargo, las diferencias comenzaban a manifestarse alrededor de cuál sería la clase que resolvería las tareas democráticas pendientes. Poco antes, en el Congreso de Londres de 1903 el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso se había dividido en dos tendencias principales: los bolcheviques encabezados por Lenin y los mencheviques encabezados por Axelrod, Martov, Zasulich y el fundador del marxismo ruso Plejanov. Trotsky en un principio se alineó con los mencheviques pero rápidamente se separó de éstos y mantuvo en esos años una posición independiente frente a las fracciones. La primera ruptura pública de Trotsky con los mencheviques, a mediados de 1904, será alrededor de su actitud hacia la burguesía liberal ya que aquéllos seguían considerando que ésta sería la clase que dirigiría la revolución contra el zarismo.
Trotsky describe en Mi Vida su evolución política en aquellos años: “Mi primera empresa en Nikolaiev había sido un primer ensayo provinciano hecho a tientas. Sin embargo, el ensayo no fue estéril. Puede que en ninguno de los años siguientes me fuese dado entrar en tan íntimo contacto con los obreros de base como en Nikolaiev. Entonces no tenía todavía un ‘nombre’ ni nada que me separase de ellos. Allí se me quedaron fijados en la conciencia para siempre los tipos fundamentales del proletariado ruso... En la cárcel me inicié en los estudios revolucionarios comenzando casi por el ABC. Dos años y medio de encarcelamiento y otros dos de destierro me brindaron la ocasión de cimentar teóricamente mis ideas revolucionarias. La primera emigración fue para mí una alta escuela de política. Bajo la dirección de los mejores marxistas revolucionarios aprendí a contemplar a la luz de las grandes perspectivas históricas y bajo el ángulo visual de las relaciones internacionales”. Para ese entonces, Trotsky tenía alrededor de 24 años.
En esta época, la influencia de Parvus sobre Trotsky será decisiva. Trotsky mantendrá una estrecha relación con el que definió como “uno de los más notables marxistas de fines del siglo XIX”, entre fines de 1904 y principios de 1905, durante su exilio en Munich: “Debo a sus trabajos de la primera época el haberme familiarizado con los problemas de la revolución social, y por ellos me acostumbré a enfocar la conquista del poder por el proletariado, que hasta entonces había tenido por una especie de ‘meta’ astronómica, como una aspiración práctica y actual” . El gran aporte de Parvus a Trotsky fue su visión de la existencia de una creciente contradicción entre las fuerzas productivas y los Estados. Para Parvus, la guerra ruso-japonesa era el comienzo de una serie de guerras, en las que los Estados nacionales, movidos por la competencia capitalista, lucharían por su superviviencia. El desarrollo de la economía mundial era la base que permitiría que en un país capitalista atrasado como Rusia, el proletariado pudiera apropiarse del poder, incluso antes que el de los países avanzados. La conquista del poder por el proletariado había dejado de ser una “meta” astronómica para convertirse en una “aspiración práctica y actual”.
Trotsky recuerda cómo se planteaba la discusión en ese entonces:
“—Pero, ¿es que considera usted que Rusia está bastante madura para una revolución socialista? [...]. Y yo les contestaba invariablemente:
—No, pero sí lo está, y bien en sazón, la economía mundial en su conjunto y, sobre todo, la europea. ¿La dictadura del proletariado en Rusia nos va a llevar o no al socialismo? ¿A qué ritmos y con qué etapas? Todo esto depende del futuro del capitalismo europeo y mundial” .
Este punto de vista internacional sobre la revolución rusa le permitió a Trotsky tener una gran superioridad sobre el resto de los marxistas rusos, particularmente sobre la visión de los mencheviques, que seguían repitiendo dogmáticamente las “viejas fórmulas” marxistas sin percibir el gran cambio que se había producido en la economía y política mundiales. Para los viejos marxistas como Plejanov, Rusia debería pasar inevitablemente y como una etapa necesaria por una revolución democrático burguesa dirigida por la burguesía, con el proletariado como “ala izquierda del frente democrático” . La revolución socialista estaría separada de la transformación democrática por varios siglos, durante los cuales se desarrollaría el capitalismo. Decían basarse en la “letra” de Marx y Engels, pero sólo hacían un mero esquema de la visión que sostenían éstos, como se podrá ver en el “Mensaje del CC a la Liga de los Comunistas”. Marx y Engels no veían a la revolución en “etapas” como estos viejos marxistas, sino como una revolución transitoria, es decir, que comenzara por un programa democrático pero que mediante el mecanismo interno de las fuerzas involucradas, se transformaría en revolución socialista. Como dice Trotsky, Marx y Engels fueron los primeros en plantear la idea de revolución permanente. Sin embargo, la falta de madurez de la época histórica impedía que formularan la teoría de la revolución permanente tal cual fue formulada por Trotsky.
Trotsky también compartirá con Parvus en ese entonces, la visión de que las futuras guerras generarían las condiciones para la revolución proletaria. Este fue el método que le permitió prever no sólo la Revolución de 1905 sino más tarde, los acontecimientos de 1917. “La Revolución de 1905 surgió directamente de la guerra ruso-japonesa y, del mismo modo, la Revolución de 1917 ha sido el resultado de la gran matanza imperialista” .
El elemento que diferenciará a Trotsky de las formulaciones de Parvus, estará en los alcances, la dinámica y tareas que tendría que resolver el proletariado una vez que tomara el poder. Para Parvus, el proletariado sólo estaba llamado a instaurar un gobierno obrero pero sin romper los marcos del Estado capitalista, un gobierno similar al que existía en Australia en esos años.

La Revolución de 1905, sus Resultados y perspectivas

Con la Revolución de 1905, “La comedia de la primavera liberal terminaba; lo que se abría era la tragedia de la revolución” . Las previsiones del joven Trotsky se confirmaban plenamente. Tras su inmediato regreso a Rusia, Trotsky vivirá este proceso revolucionario como protagonista de sus principales sucesos, presidiendo el Soviet de Petrogrado. “Fue precisamente en el
intervalo que separa el 9 de enero y la huelga de octubre de 1905, cuando
el autor llegó a concebir el desarrollo revolucionario de Rusia bajo la perspectiva fijada a continuación por la teoría llamada ‘de la revolución permanente’” . Esta teoría surgió al calor de las polémicas sobre el carácter de la Revolución Rusa, las que desde sus inicios rebasaron los límites de la socialdemocracia rusa. Kautsky y Mehring, por ejemplo en esa época, como afirma Trotsky, adherían “al punto de vista de la ‘revolución permanente’” contra las posturas de los mencheviques. Trotsky partía de un análisis estratégico de las bases económicas de la revolución rusa, sus formas y relaciones de producción, sus clases sociales, las fuerzas que entrarían en acción bajo la influencia de la dinámica revolucionaria, sus acontecimientos más importantes expuestos a través de la narración de los principales hechos, especialmente del momento culmine de la revolución: de octubre a noviembre de 1905. Trotsky llega a la conclusión de que, más allá de los flujos y reflujos, la Revolución de 1905 abría para el proletariado la perspectiva de la conquista del poder. Por las tareas que tenía que resolver, la revolución rusa continuaba siendo burguesa pero por su fuerza motriz, era proletaria. El relativo triunfo de la huelga de octubre de 1905 había demostrado, a diferencia de las revoluciones de 1789 y 1848, la hegemonía del proletariado en la revolución burguesa, a la vez que la hegemonía política de la ciudad moderna en un país eminentemente campesino. La huelga general política se había comprobado como el método de la revolución rusa en la medida que servía para debilitar al enemigo, acompañada de la barricada. Quedaba demostrada la centralidad de las fábricas, el transporte y la comunicación en la producción y, por lo tanto, del proletariado como la única clase capaz de organizarse de forma independiente y dirigir las tareas democráticas hasta el final. Sin embargo, esto no era suficiente. Al mismo tiempo, había que “poner en pie el ejército de la revolución” con el objetivo de “arrancar el poder a quienes lo detentan y traspasarlo a la revolución” .
El Soviet de Petrogrado, que había dado un rasgo distintivo a la revolución de 1905, no era otra cosa que “el embrión de un gobierno revolucionario”. Sin embargo, la revolución aún no triunfaría no “por defectos en la táctica sino por el decisivo hecho de que la reacción era mucho más rica en fuerzas materiales que la revolución. El proletariado chocó en su insurrección de diciembre, no con errores de estrategia, sino con algo mucho más real: las bayonetas del ejército” . El Soviet organizó la huelga general, paralizó al país y comenzó a tomar tareas de administración pero no tuvo una política para ganarse al campesinado, quien constituía la mayor parte del ejército. Y sin quiebre del ejército no había posibilidad de triunfar sobre el zarismo. Los trabajadores pagaron duramente las consecuencias de esta lección.
Pero será en la cárcel de Pedro y Pablo, la fortaleza a la cual fue llevado detenido junto a otros dirigentes del Soviet de Petrogrado donde Trotsky escribirá el capítulo final a los escritos de 1905: Resultados y perspectivas. En ellos expondrá por primera vez la primera formulación acabada de su teoría de la revolución permanente.
La comparación de las revoluciones francesa de 1789, las europeas de 1848 y el 1905 ruso, eran las claves para verificar los diferentes roles que cumplieron las clases sociales en cada una de esas revoluciones. Las posiciones de Marx y Engels, quienes analizaron a la burguesía revolucionaria de 1789 y sus distintos sectores, y vivieron la experiencia de 1848 “están totalmente determinadas por su posición en el campo histórico transitorio del ‘ya no más’ de la revolución burguesa y del ‘todavía no’ de la revolución proletaria” . Trotsky, en cambio, a partir de su estudio y experiencia de la Rusia de 1905, verifica el cambio de época dado por el “ya sí” de la revolución proletaria.
Según Trotsky, él “había elaborado desde fines de 1904 la concepción teórica y la convicción de que la revolución rusa no sería victoriosa salvo a través de la dictadura del proletariado” . Aunque “la noción de desarrollo desigual y combinado que le sirve de base [a la teoría de la revolución permanente, NdE] no se halla totalmente desarrollada por Trotsky a partir de 1904-05” , Trotsky basó sus análisis de Rusia en la ley de desarrollo desigual, patrimonio en ese entonces de la socialdemocracia, aplicando no esquemática, sino dialécticamente las enseñanzas del marxismo, confrontándolas con la nueva época y realidad.
En base a estas conclusiones, Trotsky polemiza especialmente con los teóricos del menchevismo alrededor del carácter, el rol de las clases y el programa, que tendría la próxima revolución rusa, partiendo de la concepción ya adquirida en 1904 sobre la economía mundial. Contra ellos demuestra que era la debilidad y el atraso del Estado ruso como parte de la economía mundial la que justamente hacía posible la revolución proletaria. Secundariamente, Trotsky polemiza con la formulación de Lenin de “dictadura democrática de obreros y campesinos”, partiendo de la imposibilidad de esta “dictadura democrática” ya que el campesinado había demostrado su incapacidad de organizarse de forma independiente tanto de la burguesía como del proletariado. Para Trotsky sólo el proletariado podrá acaudillar a las masas campesinas hacia la toma del poder en Rusia, a través de la dictadura del proletariado que estaría consagrada en primer lugar a resolver las tareas democráticas (en primer lugar la cuestión de la tierra). Una vez en el poder, el proletariado no se detendrá ante los límites de la propiedad burguesa. La profundización de las medidas para resolver las tareas democráticas llevaría inevitablemente a la transformación de la revolución democrática en socialista. Esta visión del proceso revolucionario hacía desaparecer para Trotsky la vieja división que realizaba la socialdemocracia en el terreno programático: “La subdivisión de nuestro programa en uno mínimo y otro máximo es de una principal importancia con la condición de que el poder se encuentre en manos de la burguesía. Precisamente este hecho de que la burguesía esté
en el poder, excluye de nuestro programa mínimo todas las reivindicaciones que sean incompatibles con la propiedad privada de los medios de producción. Precisamente estas reivindicaciones son las que dan el contenido a la revolución socialista y su condición previa es la dictadura del proletariado” .
Para Trotsky, lo que sí implicaba el atraso ruso era que, de no desarrollarse la revolución europea, sobre todo la alemana, la dictadura del proletariado en Rusia no podría sostenerse por mucho tiempo: “El proletariado pues, llegado al poder, no debe limitarse al marco de la democracia burguesa sino que tiene que desplegar la táctica de la revolución permanente, es decir anular los límites entre el programa mínimo y el máximo de la socialdemocracia, pasar a reformas sociales cada vez más profundas y buscar un apoyo directo e inmediato en la revolución del oeste europeo” . En este sentido, los acontecimientos en Polonia (si se desarrollaban a favor de la revolución o de la contrarrevolución) serían determinantes para la revolución rusa y la europea.
El principal defecto que tendrá la formulación de Trotsky en esta época será su posición conciliadora frente a la ruptura entre mencheviques y bolcheviques. El corolario de su concepción sobre la revolución permanente debía ser necesariamente un partido tal como lo concebía Lenin ya en esa época. Sin embargo, como explica en su “Prefacio” de 1919 a Resultados y perspectivas , en ese momento, subestimaba las divergencias entre mencheviques y bolcheviques, y opinaba que el impulso de las masas revolucionarias terminarían por limpiar a las organizaciones de los elementos “osificados” y obligaría a que ambas fracciones se unificaran en una política revolucionaria (posición similar a la de Rosa Luxemburgo). Esta posición fue fuertemente combatida en esa época por Lenin, a través de una lucha política que Trotsky luego de 1917 reconocerá como absolutamente correcta. El mismo Trotsky, en aparente contradicción, había advertido en Resultados y perspectivas sobre la posibilidad de que el partido más grande y con mayor tradición de la socialdemocracia europea, el partido alemán, por su rutinarismo y conservadurismo, se convirtiese en un obstáculo en la lucha del proletariado por el poder y con ello de la revolución europea.
En “Tres concepciones de la revolución rusa”, escrito en 1939, Trotsky hará una recapitulación sobre las divergencias de estrategia acerca de la revolución (la posición menchevique, la bolchevique y la propia) con el objetivo de demostrar que Stalin, en Febrero de 1917 llevaba adelante una política conciliadora con la burguesía liberal, política que sólo fue modificada luego de una dura lucha de Lenin a su regreso a Rusia. Sin embargo, ahora Stalin sostenía que en 1905 la situación era inmadura para la “dictadura del
proletariado”. Para Trotsky, por el contrario, la derrota de 1905 tenía que ver con la relación de fuerzas desfavorable de la época. Y los hechos posteriores, confirmaron no sólo la justeza de este programa sino su teoría de la revolución permanente.

De los años de reacción y la Primera Guerra Mundial
a la Revolución de Octubre

En los años de la reacción posteriores a 1905, Trotsky se dedica a reafirmar sus estudios sobre la revolución pasada “y a preparar teóricamente el camino para la próxima”.
Trotsky había adquirido un gran prestigio entre los emigrados rusos a la par que en la propia Rusia, reconocido como el más importante dirigente del Soviet de Petrogrado y sobre todo por la defensa que hizo de éste y de la insurrección frente a los tribunales zaristas. En 1907 participó en el último Congreso conjunto entre mencheviques y bolcheviques, realizado en Londres con la participación de 350 delegados, el que discute alrededor de los problemas centrales de la revolución rusa. Allí, Trotsky plantea sus posiciones, a las que adhiere la representante del Partido Socialdemócrata Polaco, Rosa Luxemburgo (a quien conocía desde 1904). Lenin (conocedor de la trayectoria revolucionaria de Trotsky durante la Revolución de 1905) intenta acercar a Trotsky a los bolcheviques al remarcar que su postura sobre la necesidad de la alianza entre los obreros y campesinos era la misma que sostenían aquéllos.
Cuando en 1912 Trotsky viaja como corresponsal a cubrir los inicios de las guerras balcánicas, predice claramente las crecientes tendencias a una guerra mundial. En 1914, ya frente a la guerra imperialista, Trotsky verá una nueva confirmación de su teoría: “La guerra de 1914 significa la total liquidación del liberalismo ruso y convierte al proletariado en el único protagonista del combate por la libertad. Transforma la revolución, en Rusia, en la primera etapa de la revolución europea” . La traición de la socialdemocracia alemana al votar los créditos de guerra de su país imperialista y a la que se suma el conjunto de la II Internacional, convierte a la socialdemocracia en social-patriota. Trotsky se opondrá a esta política. Su internacionalismo lo hará confluir con Lenin en la conclusión de que era necesaria la fundación de una nueva Internacional. Por ello, se reunieron en la Conferencia de Zimmerwald de 1915. Aunque sus posiciones hacia la guerra eran más cercanas a las de Rosa Luxemburgo que a las de Lenin, la coincidencia en el punto de vista internacionalista será la clave para su posterior integración al partido bolchevique y su lucha junto a Lenin por la III Internacional.
Durante 1912-14 se había desarrollado en Rusia una gran oleada de huelgas con combates callejeros. El bolchevismo, que salía de su forzada clandestinidad empezaba a crecer rápidamente en las fábricas. En Lecciones de Octubre Trotsky recapitulará sobre este proceso desde la lógica permanentista:
rápidamente se podrían haber instituido los soviets, los que desde sus inicios podrían haber sido dirigidos por los bolcheviques. Éstos tendrían una política para quebrar el ejército y ganarse a los campesinos, luchando por la toma del poder por los soviets. Según esta hipótesis, no estaba prefijado de antemano que el proceso tendría que haber pasado por una etapa como la de Febrero de 1917 (en el que se entregó el poder a la burguesía). Sino, por el contrario, podría haberse dado directamente un Octubre ruso. La oleada patriótica que abrió la Primera Guerra Mundial quebró este proceso. Sin embargo, al mismo tiempo, la guerra produjo un escenario más favorable para la revolución en 1917, ya que debió enfrentar un Estado con un ejército resquebrajado durante tres años por las miserias de la guerra y compuesto esencialmente por campesinos, es decir, un Estado mucho más débil que en 1914. La pelea por la dirección de los soviets fue más dura, y la clave de la lucha de los bolcheviques en ellos fue la lucha contra el defensismo (es decir, continuar la guerra y defender el gobierno provisional con la excusa del enemigo alemán).
El Febrero ruso de 1917 pondrá a prueba nuevamente la teoría de Trotsky así como sus concepciones sobre el partido.
Trotsky seguirá los acontecimientos desde EEUU, debido el derrotero de su exilio. Sus discursos y artículos de la época coincidirán plenamente con la visión y política expresada por Lenin en la misma época en sus Cartas desde lejos, escritas desde Suiza.
Según A. Brossat, en los años que van de 1905 hasta 1917 no hay un salto cualitativo en la formulación de la revolución permanente de Trotsky. Sin embargo, habrá un proceso de evolución molecular en su concepción de partido que lo hará confluir con Lenin en 1917, luego de que éste hiciera girar al partido con las Tesis de Abril .
En sus tesis, Lenin, coincide en los hechos con la teoría de Trotsky. Las tesis eran una lucha contra aquellos “viejos bolcheviques” que seguían sosteniendo su vieja formulación de “dictadura democrática de los obreros y campesinos” (como Kamenev y Stalin) como argumento para ubicarse como una “izquierda democrática” que apoyaba “críticamente” al gobierno provisional de Kerensky surgido del Febrero de 1917, negándose a luchar por “¡Todo el poder a los soviets!” o sea, por la toma del poder por el proletariado.
En su primera reunión del 10 de mayo de 1917, luego del regreso de ambos a Rusia, Trotsky y Lenin, acuerdan rápidamente en la lucha contra la unidad con los mencheviques, contra los social-patriotas y por una nueva Internacional. Trotsky reconocerá su error en cuanto a la concepción del partido, dándole la razón a Lenin. Lenin afirmaría que, luego del ingreso de Trotsky al partido, “no hubo mejor bolchevique que él”.
La onda expansiva de la revolución Rusa

La revolución de Oriente a Occidente

La Revolución de Octubre de 1917, dio por tierra con las teorías mencheviques, demostrando que en un país atrasado como Rusia, el proletariado era capaz de tomar el poder antes que sus hermanos europeos y que las tareas a las que se vería enfrentado el proletariado en el poder lo llevarían rápidamente a la transformación de la revolución democrática en socialista y a su extensión del terreno nacional al internacional. Esta tarea fue realizada contra la oposición activa no sólo de los mencheviques y los socialistas revolucionarios (populistas que agrupaba a un sector de los campesinos). En el CC del Partido Bolchevique, el partido más preparado para la insurrección, surgió frente al giro brusco necesario, un ala derecha encabezada por Zinoviev y Kamenev que se oponían a la insurrección y toma del poder por el partido, alegando falta de madurez, “respetar” la democracia de los soviets por falta de “experiencia democrática”, etc. Sólo tras una dura lucha política, principalmente de Lenin, éstos aceptaron disciplinarse a la organización de la insurrección.
En todo momento, tanto para Lenin como para Trotsky, la revolución rusa continuaba siendo parte o una faceta de la revolución mundial. El atraso ruso no era impedimento para que el proletariado tomara el poder pero sí para llegar al socialismo, ya que esta tarea era imposible si no se desarrollaba la revolución en los países más avanzados (tal como había planteado Marx), en particular, Alemania. En ese sentido, las condiciones europeas para la revolución hacían que esta postura tomara un carácter absolutamente concreto. Durante 1918 y 1919, se desarrollaron procesos revolucionarios en el centro de Europa (Alemania, Austria, Italia y Polonia), la simpatía con la revolución se extendía entre la clase trabajadora de todo el mundo, surgían nuevos partidos comunistas y la agitación obrera existía tanto en América como en Oriente. Estos procesos fueron sin embargo derrotados, debido a las traiciones de la socialdemocracia y la inmadurez de los nuevos partidos comunistas para enfrentarlas. Esta fue una gran señal de alerta para los revolucionarios rusos. Como había escrito Trotsky, en agosto de 1917: “El internacionalismo no es para nosotros una noción abstracta, [...] los éxitos decisivos y permanentes son inconcebibles sin la revolución europea” , llamando a oponerse fervientemente al social-patriotismo. Desde esta ubicación frente a la revolución rusa, la europea y la mundial, Lenin y Trotsky fundarían, en marzo de 1919, la III Internacional.
En ese mismo año, desde su tren blindado y mientras dirigía el Ejército Rojo contra las fuerzas contrarrevolucionarias nacionales y extranjeras, Trotsky escribe “En camino: consideraciones acerca del avance de la revolución proletaria”. En él, vuelve a discutir contra las concepciones mencheviques que negaban la posibilidad de una revolución socialista en los países atrasados.
Trotsky aplica la ley del desarrollo desigual y combinado para demostrar la gran posibilidad de que la revolución proletaria avance del este hacia el oeste. En los países más avanzados, siendo los que contaban con un proletariado más fuerte y más concentrado y, en ese sentido, con mejores condiciones para la dictadura proletaria, las mismas condiciones generadas por su desarrollo precedente, ahora se podían convertir en un obstáculo para superar a “la fuerza más contrarrevolucionaria de la política europea”, la socialdemocracia, especialmente en Alemania. En los países más atrasados, la guerra imperialista había alterado el equilibrio capitalista inestable. El equilibrio de las fuerzas sociales podía ser roto por “la línea que ofrecía la menor resistencia”. Las revoluciones en Hungría y en Baviera, el primero un Estado atrasado y el segundo una región atrasada de Alemania del este europeo, eran una demostración de esto. Para Trotsky, la revolución rusa había sido una revolución no sólo contra la burguesía rusa sino también contra la europea (especialmente la francesa e inglesa) y, por lo tanto, había repercutido en las condiciones revolucionarias europeas; las revoluciones del este, por lo tanto, aunque se dieran en países atrasados también golpearían sobre el oeste. Lejos de una posición “mesiánica” u “orientalista”, ve las revoluciones en estos países como un camino hacia la revolución europea, de ahí sus expectativas de que el próximo Congreso de la Internacional Comunista (IC) se realizara en Berlín o París. Trotsky reafirma sus concepciones internacionalistas: “Extendiéndose a escala mundial, el capitalismo estrechó, por lo mismo, las ligaduras que en la época pasada unían el destino de la revolución social con el de uno u otro de los países capitalistas altamente desarrollados. Cuanto más une el capitalismo a los países del mundo entero en un solo organismo complejo, más inexorablemente la revolución social, no sólo en el sentido de su destino común sino también de su lugar y momento de origen, depende del desarrollo del imperialismo como factor mundial, y en primer lugar de esos conflictos militares que el imperialismo debe provocar inevitablemente y que, a su vez, sacuden el equilibrio del sistema capitalista hasta sus raíces” .
Sin embargo, la primera oleada revolucionaria no triunfará y el capitalismo mundial logrará un primer respiro que obligará a la reformulación de la táctica revolucionaria, tal como se expresara en el III y en el IV Congreso de la III Internacional, con la importancia dada a la táctica de frente único en los países capitalistas avanzados y al desarrollo de la revolución en Oriente.
Las devastadoras consecuencias de la guerra imperialista en Europa, la imposibilidad de que ésta resurgiera económicamente en los marcos de las fronteras nacionales y las intenciones de Estados Unidos de “comprar a Europa por unas pocas monedas” ponían a la orden del día la lucha por “gobiernos obreros y campesinos” en el continente europeo o éste caería en el decaimiento y la esclavización por parte del capital norteamericano. Sin embargo, para Trotsky la consigna de “gobiernos obreros y campesinos” debía estar indisolublemente unida con la lucha por los Estados Unidos de Europa. En el artículo “¿Es apropiado el momento para la consigna: los Estados Unidos de Europa?” , escrito en 1923, después de la invasión del Ruhr y antes de la revolución alemana de ese año. Trotsky plantea que, luego de una larga discusión, la consigna de los Estados Unidos de Europa fue incorporada ese mismo año al programa de la IC, a la espera de que estallase la revolución alemana y cuando aumentaban las disputas entre las potencias europeas, como consecuencia de la guerra. Para Trotsky la importancia de esta consigna residía en que contenía “la condenación de la idea de la evolución socialista reducida a un solo país” ; “para superar este caos europeo se debe ir por el camino de los Estados Unidos Soviéticos de Europa: es una de las primeras tareas de la revolución proletaria” .

De la derrota de la Revolución Alemana a las Lecciones de Octubre

Aunque la guerra civil había prácticamente concluido en 1921, la economía del país se encontraba devastada. Lenin impulsa la llamada Nueva Política Económica (NEP) que en lo esencial buscaba (permitiendo la venta de los excedentes agrícolas a los campesinos y la explotación privada en pequeña escala de la industria liviana y el comercio minorista), utilizar los mecanismos del mercado para revitalizar la alicaída economía soviética al fin de la guerra. Estas medidas estaban acompañadas por el control estatal de la industria pesada, el transporte, parte importante de la industria liviana y el férreo monopolio estatal del comercio exterior. El aislamiento internacional de la URSS, el atraso de la economía soviética y la muerte en la guerra civil de numerosos cuadros y dirigentes del Partido Bolchevique fueron favoreciendo el progresivo asentamiento en el Estado y el Partido del poder de la burocracia. Con Lenin gravemente enfermo, el “triunvirato” que conforman Stalin, Zinoviev y Kamenev toma el control del Partido. Trotsky bregaba por dar más recursos a la industrialización del país, ya que si no, según él, sería imposible evitar la “crisis de las tijeras” o sea, un encarecimiento de los productos industriales en relación a los productos del agro, que llevaría a que los campesinos retuvieran sus productos y no los enviasen al mercado. Poco antes de la XIII Conferencia del Partido, en octubre de 1923, cuarenta y seis importantes dirigentes bolcheviques firmarán una declaración que criticaba la inacción del partido en el plano económico y la degeneración burocrática en el régimen partidario. Trotsky, que no había firmado la declaración interviene en este debate a través de la publicación de El Nuevo Curso. El aparato del Partido, respondiendo al “triunvirato”, ataca y persigue a la Oposición. Algunos de sus dirigentes son enviados al extranjero o a ocupar puestos en lejanas regiones. En noviembre, el Partido Comunista Alemán había dejado pasar la oportunidad revolucionaria, evaporándose en lo inmediato la posibilidad de la conquista del poder del proletariado europeo. Será en el marco de esta derrota y del fallido levantamiento en Bulgaria (y de la lucha interna contra los triunviros) que Trotsky redactará las Lecciones de Octubre, como presentación a un tomo con sus escritos y discursos del año 1917 .
La falta de estudio sobre la insurrección triunfante de la que ya habían transcurrido siete años, principalmente de sus cuadros dirigentes, pareciera reflejar, plantea Trotsky, que nadie se propone repetirla en ningún otro país, incluso con las particularidades que tuviera. Esto ya es una expresión de falta de internacionalismo. Por otro lado plantea que. “Sin el estudio de la gran Revolución Francesa , de la Revolución de 1848 y de la Comuna de París, jamás hubiéramos llevado a cabo la Revolución de Octubre, aun mediando la experiencia de 1905” . A partir de definir: “La gran época de la estrategia revolucionaria comienza en 1917, primero en Rusia y después en toda Europa” comienza un profundo estudio sobre cómo se llegó a la insurrección de Octubre (teórica, práctica y estratégicamente). Para Trotsky, “ha quedado demostrado que, sin un partido capaz de dirigir la revolución proletaria, ésta se torna imposible. El proletariado no puede apoderarse del poder a través de una insurrección espontánea” , incluso plantea, en un país con un proletariado tan avanzado como en Alemania.
Era necesario aprender de las condiciones políticas que permitieron el triunfo del Octubre ruso, para no repetir derrotas como en el Octubre alemán. No hacerlo “denota, además, cierto carácter de estrechez nacionalista” .
Según Pierre Broué, en las “‘Lecciones’, Trotsky […] elabora un estudio, una especie de denso folleto en el cual, a propósito de Octubre, retoma las ‘lecciones’ que le parecen esenciales, reagrupando en este trabajo las ideas principales defendidas por él en lo referente al papel del partido en la revolución en diversas ocasiones y, fundamentalmente, en el transcurso del año 1923” . Analizando las tendencias al interior del Partido Bolchevique en el período que va de Febrero a Octubre, demuestra las crisis que provocan los grandes giros del Partido, principalmente el tránsito a la insurrección. Partiendo del concepto de la “insurrección como arte” llega a la conclusión que por ello, este momento decisivo de saber aprovechar, y no dejar pasar el momento revolucionario, sólo puede estar en manos de una dirección forjada y preparada a lo largo de incansables luchas: una dirección capaz de llevar adelante los giros decisivos necesarios para la victoria de la revolución.
El partido se vuelve aquí, como vemos, irremplazable, se vuelve una necesidad histórica. Sin esta premisa la revolución se perderá indefectiblemente.

La lucha contra “el socialismo en un solo país”

La derrota de la revolución en Alemania en 1923, causada por la pasividad del Partido Comunista, abrió un período de estabilización capitalista en Europa. Esta oportunidad perdida para el proletariado, daba seguridad a la burguesía europea, y mantenía en pie el cerco capitalista en que se encontraba Rusia. Sólo una orientación correcta podía romper este cerco y recuperar a la Europa proletaria de esta dura derrota. Sin embargo, la política implementada por la IC desde 1923 guiará al proletariado de Europa a rotundos fracasos. Estos fracasos traerán aparejadas consecuencias de carácter decisivo para la Rusia Soviética: por un lado, la burocracia fortalecerá su dominio sobre el aparato del Partido y del Estado.
Por otro lado, las tendencias pro-capitalistas en el campo y la ciudad, que habían comenzado a desarrollarse desde la implementación de la NEP, y como una consecuencia de ésta, se fortalecieron en grado extremo. Los kulaks (campesinos ricos) acrecentaron su dominio económico sobre los campesinos pobres, y reforzaron sus posiciones políticas en los soviets locales. La política pro-kulak que realizaba la fracción gobernante, ahora encabezada por Stalin y Bujarin, luego de la ruptura del “triunvirato”, al grito de “¡campesinos enriquecéos!” daba rienda suelta a dichas tendencias a la acumulación capitalista. Proceso similar ocurría en las ciudades con los llamados nepmen. Las penurias del proletariado y de los campesinos pobres se incrementaban. La “soldadura” (smytchka) entre los trabajadores de la ciudad y los campesinos pobres, sobre la que descansaba la dictadura proletaria, se veía amenazada. Los boicots organizados por los kulaks constituían un serio peligro de guerra civil para el proletariado.
Según Trotsky, era necesaria una política de industrialización más acelerada en base a recursos obtenidos con mayores impuestos a los campesinos ricos. Esta política constituía uno de los ejes de crítica de Trotsky sobre la política del bloque de centro-derecha de Stalin y Bujarin.
Dentro de este marco, las tradiciones políticas de Octubre eran tergiversadas por los funcionarios y la nueva burocracia. Ya desde 1923, la “troika” había desatado una campaña de reacción ideológica focalizada en la persona de Trotsky, tomando la forma de la “campaña contra el trotskismo”. La burocracia opondrá de manera caricaturesca, e históricamente deformada la teoría de la revolución permanente a la política de Lenin.
La campaña contra las tradiciones de Octubre, servirá de base para la “teoría” del “socialismo en un solo país”.
La reacción, encarnada en Stalin-Bujarin (seguidos por cuadros y nuevos dirigentes, muchos de ellos hasta entonces desconocidos o que ocupaban posiciones secundarias antes y durante la revolución), cambia la posición internacionalista de Lenin y Trotsky, sosteniendo que el socialismo era posible dentro de las fronteras de Rusia. Esta “teoría” tenía como consecuencia directa, la desaparición de la perspectiva de la revolución internacional, y fue utilizada como cobertura ideológica para la política errática que tendría en esos años la IC.
Ejemplo de ésta, fue la traición en 1926 a la huelga general del proletariado inglés. Abandonada a su suerte por el Consejo General de los trade-unions (sindicatos) ingleses, quienes en alianza con la burocracia soviética en el Comité Anglo-Ruso (que tenía por objetivo la “defensa” de la URSS), atarán de manos al Partido Comunista inglés y la usarán como justificación de su traición.
Trotsky polemiza en decenas de artículos la idea del “socialismo en un solo país”. En 1926, se formará la Oposición Unificada que reunirá a los Oposicionistas de 1923 junto con los seguidores de Zinoviev y Kamenev que habían roto con Stalin.
Desde mediados de 1926, la Oposición Unificada había intentado pasar a la ofensiva. Sus militantes organizaban asambleas en las fábricas, reuniones de las células del partido, etc. A estas reuniones se dirigían sus principales dirigentes, entre ellos Trotsky, para explicar el por qué de la lucha de la Oposición. Sin embargo, la burocracia responderá al golpe.
Recurrirá a su control sobre el aparato del Estado y del Partido, y utilizará métodos represivos y de persecución contra los Oposicionistas y contra todo aquel que se muestre interesado en sus posiciones. Organizará grupos de choque para evitar que los jefes de la Oposición tomen la palabra en las asambleas, y amenazará a aquellos obreros y militantes que muestren simpatías con las más duras sanciones. Al cabo de unos meses la Oposición sufre una primera dura derrota. La mayoría del Comité Central amenaza a la Oposición con la expulsión del Partido por violar las resoluciones concernientes a la prohibición de fracciones del X Congreso .
La XV Conferencia del Partido Comunista ruso, y el VII Pleno del Comité Ejecutivo de la Internacional se reúnen luego de estos acontecimientos. Ambas instancias de decisión servirán a la fracción Stalin-Bujarin para golpear duramente a la Oposición. Stalin presentará ante estos dos eventos, un informe en el que acusará a la Oposición de “fracción socialdemócrata”, y pedirá su condena.
Trotsky realizará dos discursos, donde brinda una exposición del método marxista partiendo del análisis de la economía mundial. Este método guiaba sus análisis desde los primeros años del siglo, y como vimos, constituyó la base para su formulación de la revolución permanente.
Analizando la economía soviética, demostrará la subordinación de ésta al mercado mundial. A partir de este método de análisis, el triunfo de la Revolución de Octubre se explica como sigue:
“¡El carácter de nuestra revolución, independientemente de las relaciones internacionales! ¿Desde cuándo ha existido este carácter autosuficiente de nuestra revolución? Yo sostengo que nuestra revolución, como sabemos, no existiría para nada si no fuera por dos prerrequisitos internacionales: primero, el factor del capital financiero, que, en su gula, ha fertilizado nuestro desarrollo económico, y segundo, el marxismo, la quintaescencia del movimiento obrero internacional, que ha fertilizado nuestra lucha proletaria. Esto significa que la revolución fue preparada, antes de 1917, por esas encrucijadas donde las grandes fuerzas del mundo chocaron unas contra otras. De este choque de fuerzas surgió la Gran Guerra, y de ésta la Revolución de Octubre. Y ahora se nos dice que nos abstraigamos de la situación internacional y construyamos nuestro socialismo en casa para nosotros. Este es un método metafísico de pensamiento. No hay ninguna posibilidad de abstracción de la economía mundial” .
En las “Tesis sobre la Revolución y la Contrarrevolución” , escritas en los últimos días de noviembre de 1926, cuando la Oposición acababa de sufrir su primera derrota a manos de la burocracia, Trotsky analiza los fenómenos que sobrevienen en un país luego del triunfo de una revolución. Dentro de éstos, los distintos mecanismos de flujo y reflujo de las clases en los períodos revolucionarios y en los post-revolucionarios y la incidencia de la no extensión de la revolución a nivel internacional, lo que conllevaba a que la clase burguesa intente distintas formas de restauración. El peligro de una contrarrevolución en Rusia devenía de este aislamiento que tendría importantes repercusiones, especialmente entre los campesinos y los trabajadores desgastados por el esfuerzo de la revolución y la guerra civil. En la medida que el proletariado no pudiera mantener su alianza con el campesinado, se favorecían las fuerzas de la contrarrevolución. Dicho análisis alerta sobre la nueva composición del partido, donde se reflejaban estos elementos conservadores y sobre el rol en el aparato estatal de viejos bolcheviques que habían actuado inconsecuentemente antes y durante la revolución. El conjunto de estos elementos habían provocado la “reorganización” del partido y el desplazamiento de su política hacia la derecha. Este análisis también servía para comprender los golpes sufridos por la Oposición de Izquierda. En 1927, ésta intentará un nuevo contraataque incorporando a sus críticas originales el cuestionamiento a los aspectos más burdos de la política de Stalin en China. Sin embargo, la Oposición es derrotada y Trotsky y gran parte de los Oposicionistas son expulsados del Partido antes de la realización del XV Congreso. Zinoviev y Kamenev capitulan ante Stalin.

La “Crítica al programa de la Internacional Comunista”

En 1928 Trotsky condensará, sistematizará y elevará a un nivel superior las críticas antes planteadas, con ocasión del VI Congreso de la IC.
Dicho Congreso se reunió en Moscú en el verano de 1928, cuando los principales dirigentes de la Oposición Unificada ya habían sido expulsados del Partido. Trotsky había sido llevado en enero de 1928 a la remota ciudad de Alma Ata en Asia Central. Sin embargo, logrará organizar desde esta ciudad, y a través de una vasta red de simpatizantes y adherentes, a los centros clandestinos de la Oposición. Su tarea se verá dificultada en gran medida, por la vigilancia y censura de la GPU. Pero a pesar de las persecuciones, entablará contacto a través del correo, con los principales dirigentes y Oposicionistas.
Allí redactará los principales documentos de crítica al VI Congreso de la Internacional. Este Congreso había sido convocado luego de cuatro años de aplazamientos, y Stalin y Bujarin pretendían que en él se reafirmara como correcta la política de subordinación a la burguesía del Kuomintang, seguida por el Partido Comunista chino en la revolución de 1925-27. Además buscaban que el Congreso aprobara el “Proyecto de Programa. Trotsky escribirá una crítica demoledora a dicho proyecto, que será conocida con el nombre de “Proyecto de Programa de la IC (Crítica de las Tesis fundamentales)” o solamente como “Crítica del Programa de la IC”, constituyéndose como uno de los hitos en su formulación de la teoría de la revolución permanente.
Trotsky realizará la exposición más detallada de la crítica a la idea del “socialismo en un solo país”. Basado en la experiencia histórica que dejaba la Revolución China de 1925-27, generalizará la mecánica interna de la revolución rusa a los países coloniales.
El documento se divide en tres secciones, tituladas respectivamente: 1. ¿Programa de la revolución internacional o programa del socialismo en un solo país?; 2. La táctica y la estrategia en la época imperialista; y 3. Balance y perspectivas de la Revolución China: sus enseñanzas para los países de Oriente y para toda la IC .
Trotsky, critica un “Programa” que no tiene en cuenta el cambio de época en el siglo XX, donde priman las guerras y las revoluciones y, por lo tanto, los cambios bruscos de las situaciones como ya había sucedido en el Octubre ruso y en la Alemania de 1923. Sin esa visión, los partidos no estarían preparados para la tarea principal que tenían por delante: determinar el momento más propicio para dirigir la insurrección. Trotsky, por otro lado, critica la concepción bujarinista del “permanentismo” de la revolución, “según la cual no se puede concebir en el proceso revolucionario ninguna discontinuidad: periodos de calma, retroceso, reivindicaciones transitorias, etc.” . Nada más alejado de la concepción de Trotsky, quien por ejemplo, profundiza en esta crítica las consecuencias de la derrota de la Revolución Alemana, el papel del PCA en ella y la necesidad de llamar a las “derrotas” por su nombre, a lo que se negaba la dirección de la IC.

La revolución China y la aplicación de la teoría
de la revolución permanente a los países atrasados

Las lecciones de la segunda Revolución China de 1925-27 y la política de subordinación a la burguesía del Kuomintang implementada por el Partido Comunista Chino, a instancias de la IC, y cuál debía ser la política de los revolucionarios, serán la base sobre la que Trotsky aplicará la teoría de la revolución permanente a los países coloniales y semicoloniales.
Entablará una polémica alrededor de la revolución en China con destacados Oposicionistas, en primer lugar con Karl Radek, sobre el carácter y la mecánica, las tareas y las clases, los partidos y las consignas. La primera de estas cartas fue escrita a mediados de 1926, y en ella Trotsky negará que la opresión nacional o colonial de China deba tener como consecuencia la subordinación del Partido Comunista Chino al Kuomintang, argumento
esgrimido entonces por algunos Oposicionistas pero que provenía del arsenal de Stalin. Este había impulsado la disolución del PC Chino en este partido nacionalista burgués y había nombrado a Chiang Kai-shek como miembro asociado del Comité Ejecutivo de la III Internacional poco antes de que este masacrara a los comunistas en Shangai y Cantón.
Una segunda carta a Radek, así como la enviada a Alsky fueron redactadas en marzo de 1927, cuando los acontecimientos en China se profundizaban en sentido revolucionario. La fracción gobernante, se encargaba por estos días de ocultar los acontecimientos que ocurrían en dicho país, hecho que dificultaba la comprensión de los acontecimientos que estaban ocurriendo.
En estas cartas Trotsky desarrolla el pensamiento latente en la primera carta a Radek: el Partido Comunista Chino debe ser independiente del Kuomintang, se debe separar a ambas organizaciones para poder liberar las manos de los comunistas chinos y evitar que este partido degenere en
el menchevismo.
Trotsky dirá lo siguiente: “para que las masas puedan entender más fácilmente cuán traicionera es la política del Kuomintag, lo que se necesita es un partido completamente independiente, aun pequeño, criticando, explicando, exponiendo, etc.” . Y une el futuro del comunismo en China y de la revolución a la independencia del Partido: “la permanencia del Partido Comunista en el Kuomintang por más tiempo amenaza tener consecuencias horribles para el proletariado y para la revolución; y sobre todo amenaza al propio Partido Comunista chino con una degeneración total hacia
el menchevismo” .
Y a continuación justifica esta política en el análisis de la mecánica interna de la revolución en curso: “De hecho hay tres campos en China –los reaccionarios, la burguesía liberal, y el proletariado– luchando por la hegemonía sobre los estratos más bajos de la pequeño burguesía y el campesinado. […] Lo que nosotros debemos salvaguardar en el curso de la revolución es ante todo el partido independiente del proletariado que constantemente está evaluando la revolución desde el punto de vista de tres campos, y es capaz de luchar por la hegemonía en el tercer campo y, a través de esto, en toda la revolución” . Luego de esta polémica, Radek capitulará frente a Stalin.
La correspondencia entre Trotsky y Preobrazhensky se desarrolló en 1928. Y será en estas cartas donde Trotsky dará un enorme paso en la aplicación de la teoría de la revolución permanente en China. La revolución ya había sido aplastada por la represión de Chiang Kai-shek primero y de Wan Tin-wei luego. El Kuomintang había masacrado al proletariado chino y aplacado militarmente las insurrecciones en el campo. El Partido Comunista había quedado enormemente debilitado. La insurrección de los obreros de Cantón, ocurrida en diciembre de 1927, demostraba al decir de Trotsky como en una prueba de laboratorio, la justeza de su análisis: la futura revolución depositaría en el poder al proletariado.
Cuando la polémica se entabla, los Oposicionistas se encuentran ya en la deportación. Trotsky desde Alma Ata redacta las cartas que envía a
Preobrazhensky .
La discusión fundamental de estas cartas es el carácter y la mecánica interna de la revolución que tuvo lugar en China.
Trotsky sostiene primero que el desarrollo de todo el proceso había demostrado que la dialéctica del proceso revolucionario hace que los fines de la revolución democrática sólo puedan cumplirse a través de la dictadura del proletariado, la cual se enfrentará inmediatamente a las tareas socialistas. De aquí el carácter permanente de la revolución. Preobrazhensky dirá en contra de esta idea, que Trotsky comete un error fundamental al determinar el carácter de la revolución sobre la base de qué clase la hace, es decir por su sujeto efectivo, mientras asigna importancia secundaria al contenido social objetivo del proceso. Trotsky contestará que existe una trampa teórica en esta posición ya que: “aunque la mecánica política de la revolución depende en última instancia de una base económica (no sólo nacional sino internacional), no puede, sin embargo, deducirse con una lógica abstracta de esta base económica. En primer lugar, la base misma es muy contradictoria y su “madurez” no permite la determinación estadística por sí sola; en segundo lugar, la base económica y la situación política deben enfocarse no en el marco nacional sino en el internacional, teniendo en cuenta la acción y la reacción dialécticas entre lo nacional y lo internacional; tercero, la lucha de clases y su expresión política, desarrollándose sobre bases económicas también tiene su lógica imperiosa del desarrollo, que no puede saltearse” . Luego, completa su explicación mostrando cómo las tareas de la revolución democrática en China (la revolución agraria y la unificación nacional) implicaban una lucha contra el imperialismo mundial que planteaba “objetivamente” la perspectiva de la dictadura del proletariado.
Esta polémica desarrollada entre Trotsky y los Oposicionistas sobre la revolución en China, cuando estos últimos preparaban su capitulación ante Stalin, quien había iniciado un “viraje a izquierda”, constituyen el otro pilar teórico-político, junto a su batalla contra “el socialismo en un solo país”, sobre el cual se apoyan los documentos que escribe con motivo del VI Congreso de la Internacional, y a posteriori de éste.

La revolución permanente

Mientras se hallaba en Alma Ata, Trotsky se había abocado a la redacción de un libro que tenía por finalidad analizar la polémica sobre el carácter y la mecánica de la futura revolución entablada al interior de la socialdemocracia rusa en los años que iban desde 1905 hasta el triunfo de Octubre: La revolución permanente. A partir de este análisis, y de la experiencia de 1917, intentaba demostrar las deformaciones deliberadas efectuadas por Stalin y Zinoviev. Y cómo estas deformaciones deliberadas, y la lucha contra la revolución permanente que los epígonos efectuaban, servían de base para la política de sabotaje de la revolución en Oriente. Fue entonces cuando comenzó a circular entre los Oposicionistas, un libro escrito por Radek –todavía una de las figuras importantes de la Oposición– en el que éste intentaba contraponer la teoría de la revolución permanente a la política sostenida por Lenin antes de 1917. Es entonces cuando Trotsky decide abandonar su proyecto original y centrar su crítica en el libro de Radek, ya que la renuncia a la teoría de la revolución permanente por parte de éste, constituía un hecho muy peligroso para la misma Oposición, puesto que “el oportunismo en política es tanto más peligroso cuanto más disfrazado aparece” .
Por estos motivos capitales Trotsky comenzará su obra reconstruyendo la teoría de la revolución permanente tal como había sido formulada en 1905. Colocando a la teoría en relación con el pensamiento de Lenin y trazando las diferencias existentes entre ambos. Todo esto a la luz del triunfo de Octubre.
El libro se compone de siete capítulos, cuya redacción Trotsky comenzó a fines de 1928, dos prólogos escritos a posteriori (1929-30) y un epílogo y finaliza en una formulación concentrada en catorce “Tesis fundamentales”.
En el primero de los prólogos, Trotsky expone el método marxista de análisis de la economía mundial en oposición a la idea del socialismo en un solo país. En el segundo desarrolla un análisis de la teoría, tal como fue concebida por él “antes de los acontecimientos decisivos de 1905”, fija su ubicación histórica en relación con la posición oficial al interior del menchevismo y su ubicación con respecto a la postura de Lenin de “dictadura democrática de obreros y campesinos”.
Aquí brinda además una explicación de los llamados tres aspectos de la teoría: el primero de ellos era que “los objetivos democráticos de las naciones burguesas atrasadas conducían, en nuestra época, a la dictadura del proletariado, y que ésta ponía a la orden del día las reivindicaciones socialistas”. De esta forma la revolución democrática devenía en socialista, de allí su carácter permanente.
El segundo aspecto correspondía a la dialéctica misma de la revolución socialista como tal. “A lo largo de un período de duración indefinida y de una lucha interna constante, van transformándose todas las relaciones sociales. La sociedad sufre un proceso de metamorfosis”.
El tercer aspecto incumbe al aspecto internacional de la misma: “La revolución socialista empieza en la palestra nacional, se desarrolla en la internacional y llega a su término y remate en la mundial. Por lo tanto, la revolución socialista se convierte en permanente en un sentido nuevo y más amplio de la palabra: en el sentido de que sólo se consuma con la victoria definitiva de la nueva sociedad en todo el planeta” .

Vigencia y actualización de la revolución permanente en otros países

Luego de aplicar la teoría de la revolución permanente a los países atrasados en 1928-29 Trotsky se vio confrontado a un conjunto de agudos problemas políticos en los cuales tuvo la oportunidad de poner a prueba sus postulados teóricos así como de enriquecerlos.
En 1929, Trotsky, expulsado de la URSS, debió exilarse en la isla de Prinkipo (Turquía). Allí dedicó gran energía a la organización de la Oposición de Izquierda Internacional, que se consideraba una fracción de la IC. La negativa al frente único del Partido Comunista alemán permitiendo el ascenso de Hitler al poder, y la posterior aprobación de esta política como correcta por la Internacional, cambiaba la política de “reforma” de la Internacional que había sostenido la Oposición de Izquierda Internacional (que adoptó el nombre de Liga Comunista Internacional). La lucha al interior de la IC ya no era posible. Era necesaria una nueva internacional. Las lecciones estratégicas de la Revolución China y de la burocratización en la URSS, debían servir de base al programa de la nueva internacional.
Los grandes acontecimientos de la década del ‘30 llevan a Trotsky a una nueva reflexión de la revolución permanente. Necesitaba de hipótesis adicionales, con la ampliación del campo de alcance de la misma, a la vez que actualizaciones de su “letra”, capaces de dar cuenta de los cambios del desarrollo histórico a la vez que mantuviesen lo esencial de sus fundamentos.
Así, sus elaboraciones se desarrollarán con relación a la estrategia revolucionaria en otros países coloniales y semicoloniales como la India y Sudáfrica (desarrollando sus apreciaciones sobre el nacionalismo burgués), así como la aplicación de la mecánica de la teoría a fenómenos que constituyeron un enorme desafío para la estrategia revolucionaria, como el fascismo italiano y la revolución española. En ambos casos Trotsky enfrenta concepciones que tendían a repetir el punto de vista de la revolución por etapas, defendido por el estalinismo. En el segundo caso, dará esta batalla enfrentando la nefasta política del Frente Popular y a aquellos que le cedieron como el POUM, que llevará a esta revolución a su derrota.
En los doce años que van desde la última elaboración de conjunto de la teoría de la revolución permanente hasta su asesinato, los acontecimientos de la lucha de clases internacional fueron altamente convulsivos. Trotsky desarrolló ante ellos una vasta producción en donde se encuentran consagradas adquisiciones esenciales para la política marxista revolucionaria. Sus escritos sobre el nazismo alemán, la situación política francesa (con el ascenso al gobierno del Frente Popular y la gran oleada de tomas de fábrica de junio de 1936), el análisis de la consolidación de la degeneración burocrática de la URSS, la revolución española, las tendencias que llevaban a la Segunda Guerra Mundial, su posterior estallido y la política de los revolucionarios en la misma, el desarrollo de la clase obrera norteamericana, el análisis de los bonapartismos sui generis en las semicolonias a partir de la experiencia vivida con el gobierno de Cárdenas en México, son parte de los fenómenos fundamentales al calor de los cuales Trotsky fue enriqueciendo la teoría-programa de la revolución permanente.
En respuesta a estos fenómenos, Trotsky y sus compañeros de lucha fueron desarrollando un amplio bagaje teórico y programático que sustentó la fundación de la IV Internacional en sus documentos fundamentales, especialmente, como señalamos al comienzo de esta presentación, el “Programa de Transición” y el “Manifiesto de Emergencia”.
Luego del asesinato de Trotsky, diversas corrientes que se reclamaron seguidoras de su legado, realizaron diferentes interpretaciones de la teoría de la revolución permanente. No es el objetivo de esta compilación ni de este prólogo analizar estas interpretaciones. Para ello recomendamos al lector diversos textos en los que nuestra corriente, la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional, se ha abocado a esta tarea, reflexionando sobre la lucha de clases internacional luego de 1940 y su relación con la teoría de la revolución permanente .

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Agradecemos la colaboración para esta edición de: Christian Castillo, Matías Maiello, Victoria Bosch, Demian Paredes, Julio Patricio Rovelli, Gabriel Piro y Valeria Foglia.


2 También en la actualidad, existen numerosas páginas web que contienen su texto, entre ellas: www.ceipleontrotsky.org y www.marxists.org.

3 Ver El programa de transición y la fundación de la IV Internacional, Bs. As., Ediciones IPS-CEIP, 2008, p. 65.

4 Ver Guerra y revolución. Una visión alternativa de la Segunda Guerra Mundial, Bs. As., CEIP, 2004, p. 269.

5 Trotsky, “Prefacio”, Resultados y perspectivas e “Introducción”, La revolución permanente, p. 35 de esta edición.

6 Ver Gaido, Daniel y Day, Richard (comp.), Witnesses to Permanent Revolution, Lieden, Brill, 2009, Donde se muestran las discusiones y aportes de los miembros de la II Internacional (Riazanov, Kautsky, Parvus, Mehring, Luxemburgo) que dieron lugar a la formulación de Trotsky de 1905. Según este artículo, la concepción de la revolución permanente estaba inscripta en muchos teóricos de la socialdemocracia (como continuidad de las formulaciones de Marx) que la defendieron especialmente contra el bernstenianismo (reformismo) de inicios del siglo XX.

7 Ibíd., Trotsky, “Up to the Ninth of January”, p. 277.

8 Ibíd., p. 308.

9 Ibíd., pp. 324-25.

10 Ibíd., p. 330.

11 Trotsky, Mi Vida, Bs. As., Antídoto, 1990, p. 132.

12 Trotsky, “Introducción” a La revolución permanente, p. 253 de esta edición.

13 Ibíd., p. 253.

14 Trotsky, “Prefacio a la edición rusa”, 1905, op. cit.

15 Trotsky, “Prefacio a la edición alemana”, 1905, op. cit., p. 19.

16 Trotsky, “Prefacio a la edición rusa”, 1905, op. cit., pp. 13-14.

17 Ibíd., “La huelga de octubre”, p. 97.

18 Ibíd., “Conclusiones”, p. 221.

19 Brossat, A., En los orígenes de la revolución permanente, México, Siglo XXI Editores, 1976.

20 Trotsky, El caso León Trotsky, Bs. As., Ediciones IPS-CEIP, 2010, p. 89.

21 Ver la formulación de esta ley en Trotsky, “Particularidades en el desarrollo de Rusia”, en La teoría…, op. cit., p. 588 de la 2º ed.

22 Brossat, Ibídem.

23 Trotsky, Resultados y perspectivas, p. 70 de esta edición.

24 Trotsky, “Prefacio” de 1919 a Resultados y perspectivas, pp. 36-37 de esta edición.

25 La nueva edición de Resultados y perspectivas de 1919, fue traducida a varios idiomas y según Trotsky se consideraba al libro como “Una especie de tratado oficial del partido, no sólo en Rusia, sino entre los comunistas de los países occidentales”.

26 Trotsky, La guerra y la Internacional, Bs. As., Ediciones del Siglo, 1973.

27 Ver 1917. Escritos en la revolución, op. cit.

28 Brossat, A., op. cit., p. 117.

29 Trotsky, “Tácticas internacionales”, 1917 (compilación), Bs. As., Ediciones IPS-CEIP, 2007, p. 159.

30 Trotsky. “En camino…”, La teoría…, op. cit., p. 181 de la 2º ed.

31 Ibíd., p. 193.

32 En 1915, Trotsky plantea por primera vez la consigna de Estados Unidos de Europa. La guerra era el caldo de cultivo para nuevas revoluciones en tierra europea. Pero Lenin difiere de esta consigna, no estratégica sino tácticamente, ya que al no existir aún una dictadura proletaria en ningún país podía interpretarse como una revolución simultánea en toda Europa. Luego de la muerte de Lenin y anticipando la “teoría” del socialismo en un solo país, la camarilla stalinista utilizó las diferencias tácticas formuladas por Lenin para demostrar “las diferencias de principio” de Lenin con el “trotskismo”. Esta fue la justificación para quitar la consigna del programa de la IC.

33 Trotsky, “Crítica al Programa de la IC”, p. 177 de esta edición.

34 Ver Trosky, 1917, op. cit.

35 Ibíd.

36 Trotsky, “Lecciones de Octubre”, p. 117 de esta edición.

37 Trotsky, Ibídem.

38 Broué, P., Historia del Partido Bolchevique, Madrid, Ayuso, 1973, p. 272.

39 Con el fin de evitar la expulsión, los jefes de la Oposición se ven obligados a maniobrar. El 16 de octubre, se comprometen a continuar defendiendo sus posiciones sin formar fracciones dentro del Partido. Este es un compromiso obligado que Trotsky debe hacer, con la finalidad de continuar la lucha sin ser expulsado.

40 Trotsky, “Discurso a la XV Conferencia”, La teoría..., op. cit., p. 278 de la 2°da. ed.

41 Ver en p. 165 de esta edición.

42 Estos documentos junto a los otros que Trotsky redactara en ocasión del VI Congreso, fueron publicados en 1930 como libro bajo el título de Stalin, el gran organizador de derrotas. La Internacional Comunista después de Lenin. Desde entonces, esta obra ha sido traducida a decenas de idiomas, y reimpresa en varias ocasiones en muchos países. Constituye un objeto de estudio ineludible para la comprensión de la teoría de la revolución permanente. En esta edición publicamos la sección primera.

43 Trotsky, Stalin, el gran organizador de derrotas, Bs. As., Yunque, 1974, p. 156.

44 Trotsky, “Segunda Carta a Radek”, La teoría…, op. cit., p. 370 de la 2° edición.

45 Ídem.

46 Trotsky, “Carta a Alsky”, La teoría…, op. cit., p. 374 de la 2° edición.

47 “Correspondencia entre Trotsky y Preobazhensky”, p. 223 de esta edición.

48 Trotsky, “Tercera carta a Preobrazhensky”, p. 235 de esta edición.

49 Trotsky, La revolución permanente, p. 267 de esta edición.

50 Ibíd., p. 356.

51 Cf. entre otros: Estrategia Internacional, Bs. As., Nº 3 (“Polémica con la LIT y el legado teórico de N. Moreno”, 1993), Nº 4/5 (“Los consejos obreros y la revolución socialista”, 1995), Nº 19 (“Trotsky y Gramsci”, 2003), Nº 21 (“Desafiando la miseria de lo posible”, 2004), Nº 22 (“La actualidad del análisis de Trotsky frente a las nuevas (y viejas) controversias sobre la transición al socialismo”, 2005), El programa de Transición y la fundación de la IV Internacional, op. cit., “A 70 años del Programa de Transición (entrevista a Ch. Castillo y E. Albamonte)”, Guerra y revolución. Una visión alternativa de la Segunda Guerra Mundial, op. cit.



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