La memoria prodigiosa de León Trotsky nos acerca una serie de anécdotas bellas que enriquecen aun más, la gran gesta de la clase obrera rusa y sus más grandes figuras.
En agosto este general asomó la cabeza: era Kornilov. Tseretelli pidió ayuda a los marineros de Kronstadt y éstos no se la negaron. El crucero “Aurora” fondeó en las aguas del Neva. Observé, ya a través de los barrotes de la celda, cómo y con cuánta rapidez se realizaba mi predicción. Los marineros del “Aurora” mandaron una comisión a la cárcel a hablar conmigo, a la hora de las visitas, para que les a aconsejase si debían proteger el Palacio de Invierno o tomarlo por asalto. Les recomendé que antes de arreglar cuentas con Kerensky se deshicieran de Kornilov.
– No perderemos nada-dije.
– ¿Nada...?
– ¡Nada!