Ejército

El ejército del Zar en la Primer Guerra Mundial

La Revolución Rusa irrumpió de las entrañas mismas de la primera gran guerra mundial imperialista. Los soldados, en su mayoría campesinos, morían en el frente por una clase social que no defendía ninguno de sus intereses, ni resolvía sus necesidades más acuciantes. Hartos de las tragedias enormes que trajo la gran guerra, los soldados anhelaban la paz.

“Todo ejército refleja la constitución política y el orden social del país al que pertenece” (Erich Wollenberg)

Por Claudia Añazco San Martín

La Rusia zarista se encontraba atrasada en comparación con el desarrollo de los estados industriales modernos y altamente organizados. Su retardo con respecto al desarrollo de la industria, la situación del campo y su constitución política semifeudales, su burocracia incompetente y su sistema de comunicaciones insuficiente y mal organizado no estaban a la altura de la tarea de organizar, alimentar y conducir a los millones de soldados movilizados para la guerra.

La desintegración del viejo ejército zarista fue una de las condiciones del triunfo de la primera revolución proletaria del siglo XX. Las causas de su disgregación no solo fueron políticas, económicas y sociales, sino que se vio condicionada por particularidades de la propia organización militar: el maltrato brutal a los soldados, la mala alimentación y las adversidades en el campo de batalla.

Para poder competir con sus oponentes, Rusia se vio obligada a modernizar su ejército: “La semiabolición del régimen servil y la implantación del servicio militar obligatorio modernizaron el ejército dentro de los mismos límites que el país: es decir, llevaron a él todas las contradicciones de una nación que aún no había hecho su revolución burguesa. Cierto es que el ejército zarista fue organizado y equipado a tono con el ejemplo de los países occidentales pero esto afectaba más a la forma que al fondo. Había una gran desproporción entre el nivel cultural del campesino-soldado y el de la técnica militar. En el mando cobraban expresión la ignorancia, la pereza y la venalidad de las clases gobernantes rusas” (1), escribió Trotsky.


Reclutamiento de campesinos para la guerra

Situación en el frente

En el invierno de 1914 -15, la falta de material de guerra empezó a afectar su primera línea de combate. En los años siguientes el abastecimiento del ejército decayó continuamente, al mismo tiempo que las condiciones de transporte empeoraban en forma sostenida. Estos elementos combinados con la derrota en el frente (debidas en parte al escaso equipamiento de las tropas) cumplieron un papel importante en la desintegración del ejército.

En vísperas de las Revolución de febrero de 1917 el ejército ruso estaba en camino a la completa disgregación. Cerca de 15 millones de hombres fueron convocados al ejército en distintas etapas, sin que hubiera fusiles para la mitad de los soldados movilizados; representaban un 11 por ciento de la población rusa de la época (167 millones de personas) y un 23 por ciento de la población masculina. El país incluía Finlandia, Polonia y los Estados Bálticos. (2)

Cada compañía contaba con 250 hombres en entrenamiento (a los que se les enseñaba una educación básica) y una docena de fusiles disponibles, que no podían usarse en el frente por ser modelos muy anticuados. Durante la instrucción militar estos fusiles pasaban de mano en mano y debido a su escasez, la mayoría de los soldados realizaban las prácticas con palos. El soldado recibía un fusil propio sólo cuando llegaba a una base de operaciones, a menudo cuando se encontraba efectivamente en la trinchera.

Solo una pequeña porción de los 15 millones de los soldados movilizados sirvió efectivamente en el frente; la falta de armas y equipos adecuados fue una de las razones por las que los demás tuvieron que ser empleados en las líneas de comunicaciones y en las áreas de base. “El ejército ruso experimentó en la guerra un número de muertos superior al de ninguna de las demás naciones que tomaron parte en la matanza; sus víctimas ascendieron a dos millones y medio de muertos, o sea el 40 por 100 de las pérdidas sufridas por todos los ejércitos aliados juntos. En los primeros meses, los soldados caían bajo los obuses sin reflexionar o reflexionando poco. Pero cada día que pasaba iba dejando en ellos un nuevo poso de experiencia, esa experiencia amarga de los «soldados rasos», que no tienen quién les sepa conducir. Los soldados tocaban las consecuencias de aquel caos de marchas sin rumbo ni objetivo que ordenaban sus generales en sus zapatos rotos y en un estómago vacío”. (3)


Soldados en la Revolución de Febrero

En vísperas de la Revolución de Octubre, es decir, en septiembre de 1917, un informe del general Dujonin, el comandante en jefe ruso durante los últimos días del régimen de Kerensky, ubicaba el número de desertores en el orden de los 2 millones, mientras que la lista de bajas incluía 1 millón 800 mil muertos, unos 5 millones de heridos y 2 millones de prisioneros. Dujonin estimó las fuerzas efectivas restantes en el orden de los 10 millones.(4)

Desintegración del ejército como anticipo de la revolución

La desintegración del viejo ejército fue un factor decisivo para el triunfo de la Revolución Rusa; fue también una señal de que las condiciones estaban maduras para la toma revolucionaria del poder. Los sucesos del período revolucionario entre febrero y octubre de 1917, sirvieron solo para apresurar la desintegración del ejército. Incluso la Revolución de Octubre fue incapaz de frenarla. Por el contrario, el temor a no participar en la distribución de la tierra hizo que los campesinos desertaran en masa y tomaran rumbo a sus pueblos natales. Mientras tanto, sus camaradas de la población industrial se dirigían hacia las ciudades para tomar las fábricas y ayudar en la construcción de sus organizaciones de clase.

En Rusia la población era mayoritariamente campesina y políticamente atrasada; millones fueron armados e involucrados violentamente en los destinos del país. Al mismo tiempo la clase obrera (influida por las ideas del marxismo) reducida numéricamente, se presentaba socialmente diluida en ese entramado de clases. Sin embargo, el cimbronazo bélico en las condiciones de vidas “normales” y apáticas del campesinado tuvo un efecto social y psicológico tremendo. Esta experiencia histórica sin precedentes, traía consigo un peligro mortal para la misma sociedad burguesa.
Semejante conmoción cambió drásticamente las relaciones sociales tal y como se presentaban hasta ese momento: “El martillo es arrancado de las manos del obrero y en su lugar se ha colocado el fusil. Y el obrero, atado de pies y manos a la maquinaria del sistema capitalista, repentinamente sale a la superficie y se le enseña que los objetivos de la sociedad están por encima de la felicidad individual, e incluso de su propia vida. Con el arma que él mismo ha fabricado, el obrero alcanza una posición en la que el destino político del Estado depende directamente de él. Aquellos que en tiempos normales lo explotaban y despreciaban, ahora lo adulan servilmente. Al mismo tiempo se familiariza con el cañón, al que Lasalle llamaba uno de los más importantes ingredientes de todas las constituciones (...) A pesar de que la vanguardia de la clase obrera ya sabía que la fuerza es la madre del derecho, su pensamiento político estaba totalmente impregnado por el espíritu del posibilismo, por la adaptación al legalismo burgués. Pero ahora la experiencia actual le está enseñando a despreciar esta legalidad y a destruirla. Ahora las fuerzas dinámicas están reemplazando las fuerzas estáticas en su psicología. Aprende que si no puede sortear un obstáculo, puede derribarlo”.(5)

Notas:

1. L. Trotsky, “La Rusia Zarista y la guerra”, en Historia de la Revolución Rusa, Editorial Sarpe.
2. Gran Bretaña movilizo 5,7 millones de hombres a la PGM, de una población total de 46 millones, incluyendo 22 millones de varones. Alemania movilizó 13 millones de una población total de 67,5 millones, que incluía 33 millones de varones, es decir 19 % de la población total y 39% de la población masculina.
3. L. Trotsky, op. cit..
4. Wollenberg Erich, El Ejército Rojo. Ediciones Antídoto.
5. "La guerra y la Internacional", L. Trotsky (1915), en Marxistas en la Primera Guerra Mundial, Ediciones IPS-CEIP.

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