Delegados del Congreso recorrieron los barrios para evitar la manifestación

Tras la prohibición emitida por el Congreso, cientos de delegados recorrieron los barrios obreros y cuarteles para frenarla

Soldados rusos reciben el periódico del Soviet Izvestia

Ante la decisión del Congreso de suspender la manifestación, aludiendo a un supuesto golpe de derecha, los bolcheviques decidieron rever su postura.
La presidencia del Congreso, por su parte, decidió tomar medidas. Unos cuantos centenares de delegados fueron organizados en grupos de diez y enviados a los barrios obreros y a los cuarteles con el fin de evitar la manifestación y volver después al palacio de Táurida para dar cuenta del cumplimiento de su cometido. El Comité ejecutivo de los diputados campesinos destinó a esta expedición setenta hombres.
Los delegados del Congreso debieron ponerse en contacto con los obreros y soldados de la capital y salir del ambiente "parlamentario".

En Izvestia del Soviet de Moscú, el corresponsal -un menchevique- traza el siguiente cuadro: «La mayoría del Congreso, más de quinientos miembros del mismo, se pasaron la noche en blanco, dividiéronse en grupos de a diez, que recorrieron las fábricas y los cuarteles de Petrogrado invitando a los obreros y a los soldados a no acudir a la manifestación... El Congreso no goza de prestigio en una parte considerable de las fábricas, como tampoco en algunos regimientos de la guarnición... Muy a menudo, los miembros del Congreso no eran acogidos con simpatía, ni mucho menos; a veces, se les recibía con hostilidad y hasta con rencor.»

Las brigadas de pacificadores llegaron al palacio de Táurida, después de una noche entera sin dormir, en un estado de completa desmoralización. Ellos, creían que la autoridad del Congreso era indiscutible, pero chocadron contra un muro de desconfianza y hostilidad. «Las masas están al lado de los bolcheviques.» «Reina una actitud muy hostil contra los mencheviques y socialrevolucionarios.» «No creen más que a la Pravda.» En algunos sitios, nos gritaron: «No los consideramos como compañeros.» Uno tras otro, los delegados daban cuenta de cómo a pesar de haberse conseguido aplazar la batalla, habían sufrido una dura derrota.

Las masas se sometieron a la resolución de los bolcheviques, pero no sin protestas y manifestaciones de indignación. En algunas fábricas se votaron resoluciones censurando al Comité central. En los barrios obreros los miembros más fogosos del partido rompieron sus carnets. Es un serio aviso.

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