Representantes de Petrogrado interceden para su liberación pero los marineros se oponen ya que denuncian que los humillaron y reprimieron durante años.
Uno de los principales dirigentes del Soviet de Petrogrado, Tsereteli, aprovechó la declaración del Sóviet de Kronstadt, y aludiendo a los encarcelamientos que él mismo sufrió, cargó contra los marineros de Kronstadt por tener encerrados en los calabozos de la fortaleza a ochenta oficiales.
La prensa se hizo eco de sus palabras, pero hasta los periódicos conciliadores reconocen que se trata de "verdaderos ladrones" y de "hombres que se habían distinguido por su violencia salvaje". El periódico del Soviet, Izvestia, informa que los marineros dicen que los oficiales detenidos fueron responsables del "aplastamiento de la insurrección de 1906, de los fusilamientos en masa, de las barcas llenas de cadáveres de fusilados echados al fondo del mar, y de otros horrores..."
Es por esto que se niegan a entregar los detenidos al gobierno, que siente más piedad por los verdugos y ladrones de sangre azul que por los marineros de 1906 y de tantos otros años, torturados y humillados.
En este sentido, los marineros de Kronstadt lanzaron un manifiesto contestando a Tsereteli: «Los oficiales, gendarmes y policías detenidos por nosotros durante los días de la revolución han declarado por sí mismos a los representantes del gobierno que no pueden quejarse del trato que se les da en la cárcel. Es verdad que las cárceles de Kronstadt son muy malas; pero son las que el zarismo construyó para nosotros. Son las únicas que hay. Y si mantenemos en ellas a los enemigos del pueblo, no es precisamente por espíritu de venganza, sino por instinto revolucionario de conservación.»
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